Varias decenas de familias, la mayoría con niños pequeños, tomaron ayer por la mañana la plaza de Camas para protestar por lo que consideran «una oportunidad perdida» de haber conseguido un gran espacio público, de encuentro y de ocio para los vecinos de la zona y, en cambio, como señalaban ayer, han ideado «un mamotreto», «un desierto de cemento», donde «es imposible» el disfrute.

Las familias acudieron provistas con artilugios playeros como toboganes, juguetes, sombrillas, pequeñas piscinas para el baño de los pequeños y pancartas, con textos como: «Esto no es una plaza. Aquí también vivimos familias».

Fue una protesta pacífica y lúdica, con todo tipo de artículos para reivindicar que no existan zonas en la que los niños puedan disfrutar de espacios para el juego, ni tampoco lugares de descanso para los mayores.

La protesta ha sido festiva, sin gritos ni altercados y sin incidentes. Se ha tratado de una ocupación pacífica para demostrar a los responsables municipales que la plaza es inhabitable ahora mismo y que es necesario dotarla de rincones y zonas que permitan ser disfrutada por los vecinos.

La plaza, tal como está ahora mismo «no está pensada para poder disfrutar de ella» decía uno de los vecinos reclamantes, «más bien al contrario». Por eso exigen que la plaza se remodele y se convierta en una zona donde poder pasar el tiempo libre, «con más bancos, más sombra y que se haga pensando en los habitantes y no en los visitantes», reclamaba este mismo vecino.

Maite Montañés, una de las organizadoras de la protesta, señalaba el día de su convocatoria que «pensábamos que la plaza de Camas era idónea pero lo que han hecho es un poco ridículo. Dicen que es un parque para niños de dos a doce años pero para los chicos solo hay un balancín, la estructura mayor es un artefacto con diseño posmoderno al que hay que subirlos y bajarlos. Los de diez años sí podrán ir pero esos no son los que juegan en los columpios».