El puerto de Málaga ha dado por terminado un proyecto de 12,1 millones de euros para mejorar la protección de la dársena de poniente, situada junto a la desembocadura del Guadalmedina, y que permitirá habilitar un espacio de 1.500 metros cuadrados para el traslado del puerto pesquero.

Las nuevas instalaciones, que han sido ejecutadas por Sato y OHL en 26 meses, incluye la construcción de 256 metros de escollera para proteger la entrada de la dársena de los temporales, reforzando además el espacio que está reservado para el futuro puerto deportivo de San Andrés.

Esta obra, financiada en un 80% por la UE, permitirá reordenar los usos de la superficie portuaria. El puerto pesquero abandonará, en los próximos meses, sus históricas instalaciones en los muelles 6 y 7. Este traslado incluye además todos los servicios asociados, como la sede de la Cofradía de Pescadores, la lonja, la segunda venta de pescado y la fábrica de hielo.

Este traslado se realizará gracias a la nueva línea de atraque habilitada, con 120 metros de longitud y protegida por la escollera construida junto a la plataforma de contenedores.

Esta obra ha permitido crear una parcela de 14.600 metros donde ubicar una nueva lonja de 976 metros cuadrados, cuatro almacenes con 2.745 metros cuadrados y la fábrica de hielo, pegada a la lonja, con capacidad para producir 50 toneladas diarias y almacenar otras 100 toneladas.

El presidente de la Autoridad Portuaria de Málaga, Paulino Plata, explicó que ya están en conversaciones con la Consejería de Agricultura y Pesca para buscar la financiación necesaria que permita acometer el traslado del puerto pesquero.

Una vez conseguido desplazar esta actividad, se liberarán unos 150.000 metros cuadrados de espacio portuario que se destinará a ampliar el espacio para el tráfico de mercancías, en concreto de graneles, una de las apuestas del puerto. De hecho, el actual puerto pesquero se encuentra junto a la zona destinada al tráfico de graneles (parte del muelle 7 y el 8), que se extendería al vecino muelle 6.

Plata reconoce que la pesca está en decadencia en la capital y espera que con las nuevas instalaciones se pueda relanzar esta actividad. «Málaga podrá ganar relevancia en la oferta de pescado fresco», insistió el presidente del puerto, quien aseguró que el primer paso será «racionalizar la lonja para eliminar los desequilibrios entre los ingresos y los gastos».

Uno de los elementos destacados en la construcción de la protección de la dársena es el uso de los cubípodos, unos bloques de hormigón con un diseño especial de la Universidad Politécnica de Valencia que mejoran la protección frente al oleaje y aseguran una mayor duración frente a la erosión.

El director del puerto, José Moyano, explicó que estos cubípodos se utilizaron por primera vez en Málaga, siendo galardonado por ello con el Premio Nacional a la Compra Pública Innovadora 2011.

Estos bloques de hormigón han sido fabricados en la plataforma de San Andrés, rebajando sus costes económicos. Además, la colocación ha seguido un detallado plan establecido en una plantilla que situaba cada uno de estos cubípodos en una situación concreta en el mallado de la escollera. El objetivo es optimizar la acción de freno al oleaje.

Para la construcción de esta obra de abrigo se han aprovechado elementos del antiguo cierre de la rada del puerto, que se eliminó para favorecer la maniobra de los barcos del muelle de contenedores. Además, se ha dragado la zona retirando 181.000 metros cúbicos de fangos y lodos, muy habituales en la desembocadura.

La escasa estabilidad del terreno ha obligado a crear un cimiento de piedras con 40 metros de longitud en el fondo marino. Esta estructura da estabilidad a la escollera, que llega a unos 4,5 metros de profundidad y se eleva 6,40 metros sobre el mar.