­Alrededor de un 15% de españoles vive a diario con dolor. Una cifra nada desdeñable y en aumento, pues la sociedad cada vez está más envejecida y las enfermedades asociadas a la edad son múltiples y complejas.

Y es que vivir con dolor es una realidad que afecta a siete millones de españoles. Aunque son múltiples las patologías que provocan dolor crónico, un 40% de las personas que sufren de dolor piensan que ya no se puede hacer más y muchos esperan milagros.

Ciertamente la curación del dolor no es fácil y en la mayoría de los casos es imposible, pero este puede tratarse, atenuarse y paliarse con múltiples tratamientos y técnicas -muchas quirúrgicas- antes de que sea tarde. Pues aunque estas enfermedades son invalidantes, muchas se cronifican y no son causa directa de muerte, aunque sí de depresión, ansiedad y trastornos del sueño. Pero los expertos alertan: vivir con dolor no solo afecta a quienes lo padecen, sino que también a familias, amigos y compañeros de trabajo, que padecen las consecuencias indirectas de esta espada de Damocles. Por este motivo, los especialistas demandan conciencia. Pero no solo social, sino administrativa y científica, pues a ojos de los expertos en Dolor el abordaje de este mismo ha de ser multidisciplinar y con comprensión por parte de todos, ya que la mayor parte de la población no lo sabe o mira a otro lado cuando se trata de dolor.

En Málaga, 8.000 personas acuden cada año a la Unidad del Dolor del Hospital Civil, que incorpora a 2.000 nuevos pacientes en cada nuevo ejercicio. El director de esta unidad, el doctor Manuel Rodríguez, reconoce que hablar de dolor no es hacerlo de algo nuevo, pero sí de algo a lo que se ha puesto nombres y apellidos, pues antes se entendía como algo propio de la edad o intratable. «La gente cree que tener dolor es absurdo, por eso acuden, es lógico que quieran quitárselo», señala el médico que, no obstante, recuerda que esta unidad no obra milagros, sino que ayuda a vivir con enfermedades crónicas y las consecuencias de padecerlas.

Pero una de las principales demandas de la Sociedad Española del Dolor (SED) es que las facultades de Medicina y las prácticas en los hospitales enseñen a tratar la dolencia, pues se cuentan por miles las personas que se envían a estas unidades cuando podían ahorrarse con el conocimiento de opiáceos y farmacología de los profesionales de atención primaria.

La mayoría de los enfermos que acuden a la Unidad del Dolor tienen patologías vertebrales, neuropatías, estenosis de canal o síndromes de cirugía fallida de raquis. Dolores que les dificultan el día a día, que les impide -en la mayoría de casos- trabajar, que les tiene atados a tratamientos y a prótesis para valerse por sí mismos y que, en definitiva, les priva de una vida normal.

Pero además de las cientos de enfermedades que podrían tratarse en esta unidad - sólo se atiende al 2% de esta población- cada persona y su padecimiento es distinto, pues existe el conocido como umbral del dolor, es decir, la distinta intensidad a la hora de percibirlo.

No obstante, el 90% de los pacientes que acuden a estas unidades no se curan del mismo. «Lo eliminamos en pocos casos pero sí lo aliviamos. Un paciente tiene que ser consciente de que cuando salga de la consulta no va a irse curado», alerta, al tiempo que insiste en que la unidad trata el dolor, pero no la causa.

Los fármacos que se emplean para el tratamiento del dolor son caros. Hay tratamientos que rondan los 3.000 euros y algunos intervencionistas alcanzan los 7.000. Por eso, el doctor Rodríguez alerta de que es importante que la administración se conciencie e invierta en dolor, pues además del sufrimiento humano el Estado gasta cada año alrededor de 60.000 millones de euros de manera indirecta en las consecuencias de estas enfermedades: bajas laborales, prótesis, operaciones, tratamientos, pruebas diagnósticas u hospitalizaciones. «Todos saben que el dolor existe, pero hay una aforismo que dice: el mejor dolor es el ajeno», recuerda Rodríguez, expresidente de la Sociedad Española del Dolor.

El cuarto escalón: la Unidad del Dolor

A la hora de tratar el dolor los expertos hablan de los conocidos como cuatro escalones. Del primero al tercero se ocupa la medicina convencional, en el momento en que se supera el número tres y se llega al cuarto, el dolor es insoportable y, por tanto, necesita de ayuda extra.

Aquí entran las unidades del Dolor, en las que se hacen bloqueos de articulaciones, se colocan bombas de neuroestimulación o infusores de morfina. Técnicas y tratamientos combinados contra el dolor crónico.