Unos 206 suicidios se contabilizaron el pasado año en la provincia, de los que alrededor de 100 se localizaron en la capital, según datos del Instituto de Medicina Legal de Málaga. Desde 2004 hasta ahora el número de personas que decidieron quitarse la vida ha ido aumentado de manera paulatina, pasando de 161 a la cifra actual, lo que ha movido al Ayuntamiento de la capital a actuar.

El Consistorio acaba de poner en marcha un plan de prevención de suicidios en colaboración con dos asociaciones especializadas en este tema: el Teléfono de la Esperanza y JustaAlegría. El objetivo consiste en detectar a aquellas personas que se encuentren en una situación de riesgo para evitar el trágico desenlace, según informó ayer Francisco Pomares, concejal de Derechos Sociales.

El Servicio de Prevención del Suicidio persigue instaurar una serie de protocolos de detección precoz y derivación inmediata a los servicios sanitarios. Con este fin, se les otorgará una formación especializada a los trabajadores sociales. El Teléfono de la Esperanza y JustaAlegría prestarán su ayuda en la formación de los profesionales. Además, los familiares también dispondrán de un servicio de apoyo psicológico, ofrecido ya con anterioridad.

Este protocolo ya está funcionando en el distrito de Bailén-Miraflores. Pomares aseguró que se encuentra en fase de prueba y «si todo va bien, se extenderá a otras áreas de la ciudad».

El protocolo se activa cuando se recibe un aviso de suicidio en la ciudad. El personal de emergencias, psicólogos y primeros intervinientes se desplazan a los domicilios para atender a los familiares y allegados. Tras su intervención, se ofrece a los usuarios información para que puedan contactar con los servicios psicológicos existentes por si se requiere una atención prolongada posterior.

La ciudad de Málaga es la primera en implementar un sistema como este, según las palabras de Pomares. El concejal destacó que se pretende evitar que se llegue a una situación crítica. Hasta ahora, los planes antisuicidios se activaban cuando se producían este tipo de situaciones, en el que una persona llamaba para comunicar que iba a acabar con su vida. La novedad radica en que este sistema es capaz de anticiparse a esa situación crítica y, por tanto, impedir el trágico desenlace.

Entre las causas que propician estas circunstancias, los expertos de las organizaciones reconocieron que no se puede culpar solo a la tesitura socioeconómica actual, puesto que la mayoría de los suicidios se dan en personas con problemas de salud mental.