Esperando al tren que nunca llegó. Así se encontraron entre el lunes y ayer los usuarios de las líneas de cercanías que conectan Álora y Fuengirola con la capital. Por falta de maquinistas, Renfe se vio obligada a suprimir un total de 12 conexiones que unen estas dos localidades con la estación de María Zambrano. El lunes se anularon concretamente seis trenes de la línea C2 Málaga-Álora, lo que obligó a Renfe a realizar el traslado de los viajeros a través de varios autobuses fletados especialmente para la ocasión. Lejos de mejorar, la falta de personal se volvió a producir en el día de ayer, extendiéndose también a la línea C1 Málaga-Fuengirola en la que se suprimieron cuatro trenes. En la línea C2, fueron esta vez dos trenes los que no pudieron efectuar su salida planeada. En el caso de Álora, se optó de nuevo por trasladar a los viajeros en bus. A los usuarios de la línea Fuengirola-Málaga no se les dio ninguna alternativa, obligándoles a esperar al siguiente tren, con el consiguiente aumento de la demora.

Desde Renfe aseguran que se trata de un «problema circunstancial», provocado por un aumento repentino en las bajas laborales que se suman al personal que se encuentra de vacaciones. Según fuentes de la empresa, «el absentismo laboral ha aumentado en el mes de julio en un 10%». Aunque fuentes de Renfe aseguraron «trabajar frenéticamente para establecer de nuevo el funcionamiento de todas las líneas», no pudieron garantizar una solución inmediata.

Es muy posible que los usuarios de estas líneas se encuentren los próximos días con los problemas derivados de este funcionamiento limitado. Esta supresión de líneas se produce en plena época estival, cuando el número de clientes potenciales aumenta considerablemente en la Costa del Sol. La llegada de turistas, especialmente en el caso de Fuengirola, aumenta el número de usuarios que utilizan estos cercanías para visitar Málaga.

Denuncia de CGT

Este hecho se produce en un clima de conflicto en Renfe. La empresa y sus trabajadores viven una época de incertidumbre. Con la amenaza de la liberalización y el cierre de líneas ineficientes sobrevolando, el sindicato CGT tachó de «surrealista» la suspensión de este servicio público. En un duro comunicado alertó de que esta supresión de líneas es «consecuencia directa del proceso de fragmentación y liberalización en el que está inmersa la compañía». En ese sentido también alertó del «despido cerrado de 500 empleados, que hará imposible el funcionamiento correcto de los servicios», a pesar de la «disposición y flexibilidad mostrada por parte de la plantilla a la hora de paliar la falta de personal».

En ese sentido, La CGT ha presentado las instancias oportunas para la realización de una huelga general en el Grupo Renfe para los días 31 de julio y 1 de agosto.