El metro de Málaga es la gran infraestructura de la ciudad. No sólo por el volumen de inversión que supone, unos 800 millones de euros previstos al término de la obra, sino porque implica poner en servicio una nueva forma de moverse en la ciudad que aspira a asumir 21 millones de desplazamientos al año, algo menos de la mitad de lo que mueve la EMT.

Sin embargo, la entrada en servicio de la línea 1 y 2 supone un comienzo mucho más modesto. Aunque afecta al 81% del trazado, el final de las líneas será la estación de El Perchel, junto a Renfe, lo que limitará la capacidad de Metro Málaga de captar viajeros. De hecho, hasta el cierre de este año espera alcanzar los 3 millones de pasajeros y unos cinco millones durante el año 2015. La clave para asegurar cierta rentabilidad, social y económica, está en llegar al Centro. Algo que no ocurrirá hasta finales de 2017, según el calendario previsto, y que disparará la demanda.

Pincha para amplía la imagen

Los beneficios de este sistema de transporte se miden en la rapidez de desplazamiento. El recorrido más largo, entre Andalucía Tech (a la altura de Soliva) y El Perchel, tendrá una duración de 18 minutos. El tráfico no le afecta y los semáforos, cuando circula en superficie por el campus, están programados para darle prioridad al metro, que tarda unos 20 segundos en pasar por un cruce.

Pero su puesta en servicio no saldrá gratis al ciudadano. La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga tendrán que aportar 237 millones de euros a Metro Málaga entre 2014 y 2017, con los que se iniciará el pago de la infraestructura, mantener el servicio y devolver el crédito del Banco Europeo de Inversiones (BEI). A partir de 2018 habrá una aportación de 70 millones de euros anuales, como máximo, para gastos de explotación hasta 2042.