­Fue el colofón a la ronda de intervenciones institucionales que se desarrollaron ayer justo antes de subir a los trenes e inaugurar el metro de Málaga, la infraestructura «más importante de la historia» de la ciudad. Así lo dijo en distintas partes de su intervención Susana Díaz, la presidente de la Junta, que si bien recordó que el Gobierno andaluz es el principal promotor de esta obra, no olvidó destacar el papel desempeñado por el resto de instituciones y apeló al espíritu de consenso que, según sus propias palabras, «debe perdurar en la última fase de construcción de la red».

«Sólo así se podrá culminar en los plazos previstos el 19% de la infraestructura pendiente de ejecutar (los dos tramos que restan desde la estación de El Perchel hasta la Alameda), bajo unos parámetros técnicos, económicos y de tiempos más viables», señaló Díaz, que ejerció un importante dominio escénico y de la palabra, ante los más de 400 invitados que llenaban en la mañana de ayer las cocheras de Los Asperones.

Como sus predecesores en el uso de los micrófonos, la presidenta autonómica no quiso desaprovechar la oportunidad de subrayar el esfuerzo colectivo de años de diseño, planificación, ejecución y pruebas, llevado a cabo por las administraciones con el objetivo de dotar a Málaga de «un transporte rápido, fiable, confortable, y con tecnología de vanguardia, llamado a cambiar la articulación de la ciudad».

Para Díaz, el metro de Málaga es un «proyecto estratégico y transformador de gran envergadura». En su intervención, la presidenta andaluza hizo un repaso por las grandes cifras del metro, la inversión de más de 600 millones de euros, la imprescindible colaboración del BEI, que prestó los recursos financieros, el respaldo del Gobierno central, la cooperación con el Ayuntamiento y la labor de la propia concesionaria. Pero también se acordó de los malagueños, «la relevante comprensión y confianza de la ciudadanía», dijo. «Y más concretamente, de los vecinos y comerciantes localizados en el ámbito de influencia de esta obra, sin duda ardua y molesta, como cualquier infraestructura de este calibre y de largo periodo de maduración y ejecución», insistió.

En cualquier caso, Díaz espera que este sacrificio ahora se vea recompensado con una obra que puede «hacer más cómoda, eficiente y ecológica su movilidad por la ciudad, ganando tiempo al tiempo, y generando así nuevas oportunidades, una mayor calidad de vida, y proporcionando un plus a Málaga», que se convierte en la séptima ciudad española con metro, como Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Palma y Sevilla.

«Un transporte que está llamado a cambiar la articulación de la ciudad, acercando barrios densamente poblados a equipamientos de primer orden, y procurando un mayor atractivo al tejido comercial local, la oferta turística de la ciudad y sobre todo al gran potencial económico de Málaga», añadió la presidenta Díaz, quien también tuvo palabras para destacar los puestos de trabajo generados por esta infraestructura, durante su ejecución y, desde ayer, puesta en servicio. «Málaga está más cohesionada y mejor comunicada desde ayer», concluyó.