­Los accidentes laborales están repuntando en Málaga, algo que inquieta a la administración y a los sindicatos, que creen que se está produciendo un cierto abandono por parte de las empresas en las inversiones en seguridad laboral. El año 2013 ya se cerró con casi 15.000 accidentes -incluidos los in itinere, de camino o vuelta al trabajo- y un aumento del 30% sobre el año anterior, que marcó el registro más bajo de la historia reciente. Este 2014 ha firmado de momento un primer semestre con 7.885 siniestros y un nuevo incremento del 8,2%. La inmensa mayoría de los accidentes -7.766- son de carácter leve, pero en el tema de la siniestralidad laboral cualquier rebrote es motivo de máxima preocupación. La lacra de los accidentes se ha cobrado en los primeros seis meses del año cinco víctimas mortales mientras que otros 114 siniestros han tenido carácter grave.

El hecho es que, hasta el pasado año, la siniestralidad laboral encadenaba seis años de bajadas. Lejos quedan, desde luego, los niveles de los años previos a la crisis, cuando la provincia acumuló máximos en torno a los 30.000 siniestros laborales por ejercicio, los más graves ligados al ámbito de la construcción. La vigilancia administrativa y la concienciación de las empresas trajo una cierta reducción de estas cifras aunque lo cierto es que fue sobre todo la incidencia de la crisis, con la consiguiente salida de decenas de miles trabajadores del mercado de trabajo en Málaga, la que tiró a la baja del número de siniestros laborales.

El repunte de los accidentes llega ahora cuando el número de parados parece comienza a bajar en relación a años anteriores, aunque sin que pueda decirse que el volumen de ocupados esté todavía subiendo de forma sensible.

La delegada de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo de la Junta de Andalucía, Marta Rueda, afirma que se está detectando en los últimos tiempos una reducción en las inversiones de las empresas en prevención e invita a cambiar la óptica relativa a esta materia, sin tomar como excusa las dificultades económicas inherentes a la crisis.

«Los empresarios se tienen que dar cuenta de que no se trata de un gasto, sino de una inversión. Además de garantizar al máximo la seguridad de los trabajadores, deben pensar que ahorran más invirtiendo en seguridad laboral que afrontando bajas derivadas de enfermedades laborales», apunta. Rueda añade que la máxima de la Junta con los accidentes es de «tolerancia cero» y recuerda que hay un contacto permanente con la Inspección de Trabajo, además de una comisión provincial en la que se integran los sindicatos y representantes de la patronal de empresarios CEM.

Por su parte, el responsable de Salud Laboral del sindicato Comisiones Obreras en Málaga, Juan Antonio Perles, coincide en que el gran problema es que las empresas consideran la prevención como «un gasto superfluo», y más en tiempos de crisis.

«Además, hay muchas empresas que aplican un modelo de prevención burocrático. Es decir, hacen un plan de valoración de riesgos y rellenan los papeles necesarios, pero luego no se implican en su cumplimiento», comenta. Perles también critica que el Gobierno haya facilitado este modelo al permitir que las empresas de hasta 50 trabajadores puedan ocuparse por su cuenta de la prevención sin necesidad de contratar una asesoramiento especializado. Antes, el límite del tamaño de la empresa era de diez trabajadores. «Eso ha sido un grave error porque un empresario puede ser muy bueno en lo suyo pero no tiene por qué saber nada de seguridad laboral», sostiene.

Otro de los elementos que, a juicio de CCOO, está diluyendo las obligaciones de las empresas es la elevadísima tasa de temporalidad de los contratos. «Cuanto más precaria es la situación de un trabajador, más difícil es que exija sus derechos. Si alguien tiene un contrato de tres meses y está esperando a ver si le renuevan no va a ponerse a pedir más medidas de seguridad o quejarse de dolores de espalda. Por eso lo que reclamamos es que sean las empresa las que se tomen verdaderamente en serio la cultura preventiva», dice.

Perles constata que el sector servicios es ahora mismo el que acapara la mayor parte de los siniestros laborales y enfermedades laborales, desde los accidentes que se puedan producir en las cocinas de los restaurantes al estrés de los camareros o los dolores de espalda del personal que trabaja en las oficinas.