Han pasado ya 37 años desde que la sociedad Secoinsa, con un 30% de capital propiedad de una lejana firma japonesa denominada Fujitsu, comenzara a fabricar modems para Telefónica en el polígono El Viso de Málaga. Era 1977 y la ciudad, conocida por el turismo de la Costa del Sol, no podía por aquel entonces ni imaginar que algún día una de sus principales señas de identidad en el mercado internacional sería el de la «Málaga tecnológica». La fecha constituye todo un hito en este apartado ya que el destino convertiría a Fujitsu, con el paso de los años, en el germen y la cantera del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), inaugurado a finales de 1992 y que hoy concentra a más de 620 empresas y 14.600 trabajadores. La propia Fujitsu, que tiene ahora mismo unos 480 empleados en su factoría del polígono del Guadalhorce, ha vuelto a ser noticia esta semana por partida doble: primero, por el acuerdo firmado con CaixaBank para la inversión en diez años de 500 millones de euros y la fabricación de 8.500 cajeros automáticos en la planta de Málaga; y segundo por la concesión por parte del Ayuntamiento del Escudo de la Ciudad al presidente de Fujitsu Limited, Masami Yamamoto, en conmemoración de su 37 aniversario.

Pero volvamos al inicio. Son los años 70, y la capital aún contaba con una industria emblemática, con pesos pesados como Intelhorce, Citesa o la fábrica del Amoniaco. Sin embargo, la llegada de Secoinsa (Sociedad Española de Comunicaciones e Informática S A) y su socio Fujitsu otorgaron un plus de internacionalidad y de nuevas tecnologías entonces casi inédito en Málaga, sólo testimoniado en aquella época con la presencia de la multinacional alemana Siemens (hoy Epcos).

De Santander a Málaga

Cuentan los veteranos de Fujitsu -muchos de ellos ya jubilados- que el desembarco de Secoinsa en Málaga fue posible gracias al empeño personal del entonces ministro de Trabajo, José Solís, que consideraba que lo más adecuado para Andalucía era una industria «blanca», no contaminante y que fuera alternativa a los grandes hornos del norte del país. Solís jugó hábilmente sus cartas durante un Consejo de Ministros para traerse la naciente firma al sur en detrimento de Santander, ciudad que también aspiraba a ser subsede para paliar el cierre de la fábrica de Audi en la zona industrial de Corrales de Buelna. Lo que poca gente conoce es que en realidad Solís, que era cordobés, quería llevar la factoría a su tierra, pero cuando le pidió al gobernador civil de la provincia el suelo necesario para implantarla éste le dijo que no contaba con ninguna parcela de 30.000 metros cuadrados, tal y como se requería. Cuando el ministro preguntó en Málaga, sí obtuvo de inmediato un terreno adecuado en El Viso, concretamente en el número 48 de la calle Rosa de los Vientos.

«También estaba el hecho de la cercanía de Málaga con Algeciras, puerto al que llegaban los componentes que la fábrica iba a necesitar procedentes de Asia y América. Además, teníamos la ventaja del aeropuerto internacional», rememora Cristóbal Aragón, uno de los directores que ha tenido la fábrica, jubilado desde 2011 y que ultima en estos momentos un libro sobre la historia de Fujitsu en Málaga. El volumen, que estará disponible en torno a noviembre, contará con unas 200 fotografías del archivo de más de 5.000 imágenes digitalizadas que Aragón atesora en su domicilio.

Secoinsa arrancó con un accionariado repartido entre el extinto Instituto Nacional de Industria (INI) -27%-, Fujitsu -30%- Telefónica -27%- y el resto repartido entre una serie de bancos. El trabajo inicial fue fructífero y atrajo a ingenieros de telecomunicaciones de zonas como Barcelona. Sólo dos años después, en 1979, llegaba el traslado a la actual parcela de casi 60.000 metros del Polígono del Guadalhorce.

Aragón recuerda con cariño las primeras producciones de la fábrica: un miniordenador de gestión de nombre 30/5 y de tamaño aproximado al de un frigorífico, placas de memorias de 48k con la dimensión de un folio y los modems 4800 bps, que eran el producto estrella. Fueron 34 trabajadores los que iniciaron la producción de Fujitsu en Málaga, con una facturación en su primer año de funcionamiento de 30 millones de pesetas. José Estrada fue el primer director, cargo que después fueron ocupando José Hernández Mirete, Peregrín Camacho, Tomás Supervielle, y luego un equipo integrado por el propio Aragón, Gustavo Hylander, Francisco Aguilar y Blanca Hermana. Éstos dos últimos permanecen hoy al frente de la fábrica.

En 1982 comenzó la fabricación de un producto desarrollado junto con Telefónica, el proyecto Tesys. Eran centrales de transmisión de datos por paquetes que se exportaron como tecnología punta a países como Canadá, Argentina, Noruega y Grecia, entre otros. En vista de los buenos resultados, Fujitsu decidió en 1986 apostar definitivamente por Málaga para implantar su factoría principal para Europa, adquiriendo la mayoría del capital de la empresa y rebautizándola como Fujitsu Ten España.

«El expresidente de Telefónica Luis Solana había estado en Japón un poco antes y el entonces presidente de Fujitsu le pidió que dotara a Málaga de facultades técnicas para que pudieran nutrir de ingenieros a la empresa. Ése es uno de los motivos por lo que se crearon poco después las escuelas de Telecomunicaciones y de Informática en la Universidad de Málaga», comenta Aragón.

En 1988 se inauguro además el laboratorio de I+D de la fábrica -el mejor en su género de toda España-, que llegó a reunir a más de 150 ingenieros. Esas dependencias se cerraron en 1993 aunque su herencia para Málaga fue inmensa. Del laboratorio salió gran parte del personal con el que arrancó aquel año el flamante PTA, con el que fuera su jefe, Felipe Romera, como director gerente, Luis Fernando Martínez al frente de Cetecom (hoy AT4 Wireless) o José Blanco como responsable Ingenia.

La fábrica también ha vivido sin duda momentos de zozobra. Al margen de las inundaciones de 1989, que dejaron las instalaciones impracticables, cabe recordar que unos años antes, en 1982, hubo miembros del Gobierno partidarios de desmantelar la fábrica para trasladarla a Barcelona, ya que se quería focalizar toda la industria informática en Cataluña. No obstante, las gestiones del entonces presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, y de Carlos Solchaga, ministro de Industria, abortaron la operación.

La producción de los ya arcaicos modems RETD fue sustituida progresivamente en los 80 por la de cajeros automáticos -cerca de 35.000 han podido salir durante estos años del centro-, los más recientes capaces de reconocer hasta el flujo sanguíneo. La fabricación también se derivó en la última década a componentes para automóvil, con servicio a marcas como Renault, Peugeot, Nissan, Volvo o Saab, aunque el principal cliente es Toyota. En 2007, las instalaciones fueron ampliadas con un nuevo edificio de 2.000 metros.

Ni el terremoto de 2011 en Fukushima, que puso en jaque a todo Japón y paralizó varias fábricas niponas en Europa, ha podido con Fujitsu en Málaga. Los problemas de provisión de materiales se solventaron con un ERE temporal para 150 trabajadores. Luego la plantilla volvió a la normalidad.