A pesar de que las obras provocan el rechazo mayoritario de los negocios de la Alameda, la peatonalización de la acera norte y la eventual actuación en la sur despiertan el interés de los comerciantes, que ven con buenos ojos cortar el paso de automóviles en esta zona.

Manuel Valdivia, empleado del bar Martiricos-Alameda, cree que la peatonalización los puede beneficiar. Lo que no le gusta son las obras que tendrán que soportar, pero como asegura con sorna: «Para hacer una tortilla hay que romper los huevos».

El gerente de la Librería Luces, José Antonio Ruiz, sostiene que «en principio no tiene por qué perjudicarnos». Pero para él hay muchas cuestiones en el aire: «No sabemos si los autobuses seguirán parando aquí, si ese flujo de personas que viene al Centro va a continuar».

Por su parte, Carmen Vargas, propietaria de la Farmacia Caffarena, pone de ejemplo el caso de la calle Larios: «Al principio pensábamos que nos iba a fastidiar y después ha sido un éxito». Ella también guarda reticencias, sobre todo porque asegura que muchos coches paran un momento frente a su negocio, compran y se van y no sabe si podrán seguir haciendo lo mismo cuando sea peatonal.

La opinión más optimista (y utópica) la mantiene Francisco Rosa, de la Floristería María Rosa: «Creo que si el Centro de Málaga fuera peatonal ganaría mucho. Quedaría muy bonito si se construyera un bulevar central que enlazara con la calle Larios, como estaba antes. Claro que el problema sería el tráfico», señala.

Por este mismo punto continúa José María Pinto, empleado de Bolsos Antonio, quien también se muestra escéptico: «Los efectos positivos para el comercio no están claros y para el tráfico será un desastre. Ahogará el Centro y se tendrá que reordenar el flujo de vehículos. Además, ¿adónde irán las paradas de autobús? Esto es lo que le da vida a la Alameda».

Javier Romero, trabajador de Flores Maite, también se sube al carro de los que creen que la peatonalización puede ser beneficiosa «solo si somos capaces de soportar las obras, ya sean uno, dos, tres años o los que sean».

Carmen Vargas vuelve a precisar que «será positivo si se tarda poco tiempo». La regente de la Farmacia Caffarena reconoce que «las obras no se hacen en dos días, pero sí en un tiempo adecuado» que prevea las ocasionales impedimentos que puedan surgir.

La intervención para cerrar al tráfico la Alameda genera menos controversia, pero no reduce la incertidumbre. Solo el transcurso del tiempo dará la razón a aquellos que ahora lo aplauden.