­Los análisis efectuados por el Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III han descartado que el hombre de 40 años de nacionalidad nigeriana que estuvo en situación de aislamiento preventivo en el Hospital Carlos Haya desde la madrugada del pasado domingo estuviera infectado por el ébola. Faltaba poco para las tres de la tarde de ayer cuando el Ministerio de Sanidad dio la buena nueva: el hombre sufre de un brote de malaria, enfermedad que había sufrido hace unos meses. Con 40 de fiebre, activaron el protocolo a sabiendas de que seguramente era malaria pues ya había padecido la enfermedad en mayo.

Todas las fuentes daban prácticamente por hecho -antes de conocer el resultado de los análisis- que el hombre tenía paludismo, pues ayer a mediodía, tras administrársele la medicación para malaria ya no tenía fiebre y no había sufrido de vómitos, cefaleas o hemorragias, los otros síntomas del virus del ébola. El posible caso había mantenido en vilo a las autoridades sanitarias, a los trabajadores del centro y a gran parte de la sociedad malagueña, que veían con temor qué hacer en caso de que el caso hubiera dado positivo. La sospecha ha levantado ampollas, pues según los sindicatos el centro sanitario carece de protocolo especial contra este tipo de enfermedad. De hecho, a día de ayer nadie había recibido información o detalles sobre cómo actuar en caso de atender a un infectado por el virus.

Por este motivo, la noticia de que los análisis dieran negativo se vivió con alivio, pues de haber sido positivo numerosas personas y espacios del hospital se habrían visto afectados. CCOO denunció ayer que el protocolo específico no existe, y explicó que tras haberlo pedido en varias ocasiones, el hospital no se lo ha facilitado. De hecho, según su delegado en el centro, Juan Antonio Torres, el caso ha destapado que el centro no está preparado para asumir alertas de esta envergadura.

El hombre llegó derivado del Hospital de Antequera en su propio coche. El paciente, que había llegado recientemente de su país de origen, Nigeria, acudió por sus propios medios a Carlos Haya, centro de referencia, para descartar que tuviera ébola. Según algunas fuentes, se le trató de localizar para hacer el traslado en ambulancia pero ya se había marchado por sus propios medios. Sin embargo, según los profesionales que le atendieron, ese fue el primer error de una cadena de fallos. «Tenía que haber llegado en una ambulancia con todos los mecanismos de seguridad e ir por el camino más corto hasta la planta de infecciosos». Pero no fue así. El hombre entró por urgencias, donde había otros pacientes con otras patologías, y esperó en una consulta aislado más de tres horas, según los sanitarios, hasta que le procuraron una habitación en aislamiento y otra para que los profesionales se pusieran los equipos de aislamiento. Tuvieron que realojar a dos pacientes para ello.

Cerca de las seis de la mañana el hombre, con habitación asignada, fue trasladado. «El personal de urgencias no conocía el protocolo a seguir, así que llamaron al 061, que vino sin los equipos adecuados. Se pusieron los que le dieron allí, pero sin saber», lamentaba ayer Satse. Lo llevaron por la entrada de servicio, cerca del mortuorio pues era la más cercana a las habitaciones asignadas.

En total se destinaron seis trajes blancos de aislamiento para los profesionales. Al no saber cómo se ponían, el jefe de salud laboral tuvo que desplazarse al centro. Uno de los médicos que lo atendió asegura que las medidas de protección fueron totales en planta: se comunicaban con el paciente por interfono y cuando llegó a la habitación -ya sin fiebre tras tomar paracetamol- tenía una nueva dosis de medicación contra paludismo, disteria y fiebres tifoideas.

Pero desde CCOO critican que un centro sanitario ubicado en una provincia con tanta población y turismo debía estar provisto de un plan y haber formado a sus trabajadores para ello. De hecho, el 22 de agosto la dirección del centro colgó un cartel en el tablón de anuncios de las urgencias para anunciar que en unos días se darían unos talleres informativos para recibir a pacientes en calidad de riesgo biológico. «Sería bastante interesante que asistiérais dada la elevada importancia del tema a tratar», rezaba el escrito. Los trabajadores criticaban que fuera opcional y, sobre todo, que llegaba tarde, pues aún no se han celebrado. «Es fundamental que los trabajadores de urgencias, laboratorio, hematología, medicina interna e infecciosos sepan qué hacer en estos casos. Pero no conocían el plan», lamenta Torres, que ha elevado una queja ante la dirección del centro y ha pedido un comité de salud laboral, que tendrá lugar hoy.

Incomparable a Pajares

Los trabajadores no daban ayer crédito a lo ocurrido y no podían evitar pensar en el único español hasta la fecha infectado por el virus del ébola, el sacerdote Miguel Pajares, fallecido el 12 de agosto tras haber llegado a España entre grandes medidas de seguridad para evitar el contagio. «Toda sospecha en sanidad se trata como un caso positivo hasta que se demuestra lo contrario», alertaba un trabajador, que no entendía cómo la gerencia del hospital ha permitido que trabajadores y pacientes se expusieran al ya descartado virus y que se actuase improvisando.

El sábado, el tablón de anuncios amaneció con otro cartel. En este caso se trataba de un dosier de la Junta de Andalucía contra el virus. En él, aparecen consejos sobre cómo actuar, qué hacer en caso de tratar a alguien infectado y qué hacer con el cadáver y sus pertenencias. «Esto queda muy lejos de un protocolo serio y de formación adecuada», dice Torres, que critica que la subdirección de Enfermería no ha sabido gestionar el caso por su dejadez y falta de información y formación a enfermeros, auxiliares y técnicos de infecciosos, urgencias y laboratorios.

La Delegación de Salud en Málaga aseguraba ayer de que se había actuado de manera correcta y destacaba que el protocolo activo en el sistema sanitario público andaluz está en consonancia con el establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio. «Concretamente, y ante la aparición de un posible caso, el protocolo establece que el paciente debe ser aislado y trasladado a la unidad de infecciosos del hospital de referencia, donde permanecerá en una habitación aislado, dotado de todo el material necesario para su atención. Los profesionales que atiendan a los pacientes afectados por este virus tendrán que utilizar mascarillas, guantes dobles, lavarse las manos antes y después de tocar al paciente, y estar provistos de batas impermeables, patucos y gorros».

Una vez el paciente llegó a planta ya se había actuado con un protocolo ante fiebre hemorrágica. Antes había sido, según Satse y CCOO, atropellado y sobre la marcha. Ambos sindicatos lamentaron que la gerencia del centro no se personara el mismo domingo para calmar la situación y afrontarla. En Antequera, la dirección reunió a los suyos ayer por la mañana para evaluar la actuación. El Sindicato Médico alertaba de que se había actuado con los medios con los que se contaba.

La consejera de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, María José Sánchez Rubio, agradeció ayer a los profesionales el trabajo realizado y quiso recordar que el sistema sanitario público andaluz está preparado para atender posibles casos.