­El saber no ocupa lugar. El conocimiento abre puertas. Son frases que han repetido siempre los padres que se preocupan por la educación y formación de sus hijos cuando estos prefieren dedicarse a otras cosas antes que a hincar los codos. Muchos acceden a una carrera universitaria convencidos de que las oportunidades para encontrar un buen trabajo, respetado, con influencia social y bien remunerado, se van a multiplicar. Y esto era cierto, pero la crisis económica también se ha encargado de echar veneno en las expectativas laborales de los universitarios españoles, y de los malagueños en particular. En muchas ocasiones, tener un título no es garantía, aunque sin duda el grado de inserción laboral sigue siendo aún mucho mayor para los graduados que para quienes sólo cuentan con estudios primarios. El bloqueo del mercado laboral es tal, que más de 1.300 egresados de la UMA se reenganchan al año y siguen estudiando otra carrera o un postgrado para mejorar sus opciones profesionales.

Cada curso terminan la carrera en la Universidad de Málaga unos 5.800 estudiantes con su título bajo el brazo y mucha ilusión por dedicarse a lo que han estudiado. Sin embargo, no todos lo consiguen. Según el último informe Panorama de la Educación 2014, publicado por la OCDE y que ha visto la luz esta misma semana, la tasa de paro de los adultos con estudios terciarios (ciclos formativo de grado superior o título universitario) es del 14%, casi el triple de la media de los 44 países de la OCDE que han participado en esta encuesta, que es del 5%.

Un drama. O mejor dicho. Miles. Inversión de dinero y, sobre todo, de esfuerzo y sacrificio de muchos estudiantes y de sus familias por labrarse un futuro mejor y que al final parece que no sirve. En Málaga, el 17% de los egresados de la UMA está apuntado al paro, mientras que el 45% de los titulados está trabajando un año después de terminar la carrera.

Es decir, que esta tasa de desempleo, sin dejar de ser un mal dato, puede ser relativamente bueno, si se tiene en cuenta el elevado desempleo joven en España y en Andalucía, superior al 66%, según los datos de la EPA. En España, la mitad de los desempleado sólo estudió hasta los 14 años. Sin duda, es uno de los problemas de mayor impacto social y de difícil resolución en la actualidad.

El dilema también se encuentra en saber de qué trabajan quienes acaban la carrera en Málaga. Y aquí los distintos informes revelan que Málaga no aprovecha a sus graduados, que han de trabajar en muchas ocasiones en puestos de baja cualificación. En Andalucía, sólo el 63,2% de los universitarios que trabajan lograron un puesto acorde a su formación. Los demás no pueden trabajar en lo suyo, según la Fundación Cultura y Desarrollo, con datos del pasado año 2012. Aquel año, más del 30% de los contratos firmados por graduados se suscribieron para un puesto elemental.

Lo más triste es que España, que muestra una mayor proporción de titulados superiores, por encima incluso de países como Francia, Alemania e Italia, sin embargo tiene el menor porcentaje de puestos de alta cualificación. De hecho, el dato español es el más alto de los 27 miembros de la UE. Y esta tasa se ha visto incrementada decisivamente por la situación de crisis económica.

Los datos de la UMA

Las cifras que maneja la UMA son muy parecidas y corresponden también al curso 2011/12. Esta información la obtiene a través del Observatorio Argos, del Servicio Andaluz de Empleo (SAE). La Universidad envía cada curso los DNI de los egresados para que sean cruzados con las altas a la Seguridad Social y al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). El grado de inserción laboral entre los universitarios malagueños ha caído un 7% desde que comenzó la crisis. Con todo, un 45% de los titulados está trabajando al año de acabar la carrera, mientras que el 17% está apuntado al paro, señala institución académica malagueña. ¿Qué pasa entonces con el 38% restante? Hay muchos jóvenes que ante las malas perspectivas de encontrar trabajo, optan por seguir formándose haciendo otra carrera, cursos de posgrado, másteres o doctorados, con los que se especializan.

Y es que el índice de inserción laboral de los doctores es más elevado que el de los graduados y alcanza el 62%. Es decir, que el nivel académico sigue influyendo y determina que existan mayores posibilidades de encontrar un empleo. Es la gran esperanza de esos 1.300 universitarios que siguen estudiando cada año tras terminar sus grados.

Otros muchos, 900 al año, tienen que emigrar al extranjero, donde los estudiantes malagueños son muy demandados, pero pone en evidencia la incapacidad de la provincia de retener talento. En los últimos cuatro años casi 4.000 jóvenes con estudios superiores se han visto abocados a hacer las maletas.

Ni estudian ni trabajan

El informe de la OCDE presentado esta misma semana pone de relieve también que el 25% de los jóvenes españoles es NiNi, es decir, que ni estudia ni trabaja. Es una cifra muy superior al promedio del resto de países (6%) y el mayor de toda la UE.

En la provincia de Málaga los dígitos dan escalofríos. Según el último censo oficial de población publicado por el Instituto Nacional de Estadística señala que hay 66.870 jóvenes de entre 15 y 24 años que o están parados y nunca han trabajado antes, que están parados después de haber tenido un empleo o que se encuentran en una especie de limbo, en el que no estudian pero tampoco trabajan ni tienen intención de hacerlo, porque no lo buscan ni están apuntados a las listas del SAE.

Estos casi 67.000 jóvenes considerados NiNi suponen un 39,2% del total de 170.345 malagueños de entre 15 y 29 años de edad que viven en la provincia, una tasa considerablemente más alta que la media española, según la OCDE.

Los datos del SAE correspondientes al mes de agosto de 2014 indican que en la provincia existen 17.759 jóvenes de entre 16 y 25 años que buscan activamente empleo y que engrosan las listas del paro en Málaga.