La vía de transmisión de la fiebre amarilla o vómito negro era desconocida a principios del siglo XIX, en el que todavía se achacaba al contacto directo entre las personas y se desconocía que era un mosquito el causante del contagio, algo que se descubrió a finales de ese siglo. La presencia de este mosquito, al parecer proveniente de unos barcos atracados en la rada malagueña, en el caso del primer brote, y de unos malagueños procedentes del Norte de África (Alhucemas y Melilla) en el segundo, fue el causante de la epidemia. A ello se unió la coincidencia de dos veranos muy calurosos en Málaga y la falta de encauzamiento del Guadalmedina, que era origen de humedad y donde desaguaban las aguas residuales de la ciudad, formando un caldo de cultivo ideal para este mosquito.

De hecho, ambos brotes (1803 y 1804) tuvieron desarrollos muy parecidos. Inicio en junio, extensión y culmen entre agosto y septiembre, y descenso de los casos a lo largo de otoño, llegando a diciembre con la epidemia terminada. El primero afectó sobre todo a El Perchel y la Trinidad, así como a Capuchinos Alto, mientras que el segundo se hizo presente en el Centro de la ciudad, empezando en Pozos Dulces.