­El animador madrileño Kike Oliva nunca llegó a imaginar que su película favorita de niño, la reconocida y divertida Toy Story, se convertiría, quince años más tarde, en su trabajo en Pixar y que llegaría a dar vida a sus personajes protagonistas, el intergaláctico Buzz Lightyear y el vaquero Woody.

Kike se quedaba embobado delante del televisor al ver a unos cuantos juguetes cobrar vida cuando su dueño, Andy, se marchaba de la habitación, cómo se movían y cómo eran, lo que hizo que desde muy pequeño tuviera claro qué es lo que quería llegar a hacer y que Buzz Lightyear era su «mayor inspiración». Este artista, que llegó a ser el único animador español en el principal estudio de animación del mundo (Pixar Canadá), explica, en una entrevista con Efe, que viene de «una familia muy humilde» y que tenía claro que «tenía que ganarse el pan», por lo que tras probar muchas cosas sabía que lo que realmente le gustaba era dibujar.

Relata que de niño llegó a su casa un ordenador con un programa 3D, tras «toquetearlo» supo que quería ser animador y confiesa que la vida le ha ido «sonriendo», que ha trabajado mucho y le ha conducido al punto donde está ahora. Inglaterra, Australia, América y España han marcado las etapas de su trayectoria profesional, en la que durante menos de dos décadas ha bregado con proyectos cinematográficos de un considerable calibre, como Planet 51, Ga' Hoole: La leyenda de los guardianes, Cars o Toy Story 3, dentro de grandes estudios de animación como Illion Animation Studios, Animal Logic o Pixar.

Kike ha descubierto otros mundos de la animación distintos a los largos y los cortometrajes, ya que ha pasado por el sector de los videojuegos, donde tuvo sus inicios y confiesa haber aprendido a «ser un profesional» de la mano de su «mentor», Daniel Martínez Lara. También tocó el campo de los efectos especiales y la publicidad, donde comenta que «se trabaja para ayer» y que se dedican «muchas horas».

Entre tantas aventuras, el animador se queda con la de su última etapa, su preferida, la de los estudios Pixar, que define como «el sueño cumplido» y que supuso en su vida «un antes y un después».

«Animar a Buzz Ligthyear, que fue por quien yo empecé a animar, es como quien quiere ser piloto de Fórmula Uno y trabajar para Ferrari; en ese caso, yo ya lo hecho».

En estos momentos, ha dado un giro de 180 grados a su camino y ha pasado de ser animador profesional a profesor, ya que acaba de empezar a impartir clases en Málaga en la Escuela de animación Animum a cientos de alumnos ansiosos por aprender de él. Y es que le ha llegado «el momento de compartir esos quince años, esa experiencia y ese conocimiento de cómo se hacen las cosas con las nuevas generaciones». Kike apuesta por el retorno de los que se marcharon fuera de España, cree sobre todo en el talento que se genera ahora en gente «muy, muy bien preparada» en los estudios españoles y vaticina una «nueva etapa de oro para el 3D y la animación». Lanza un consejo para todos los que se enfrentan al mundo laboral en busca de oportunidades: «Hagas lo que hagas, hazlo con el corazón, sé competitivo y crítico contigo mismo y colaborativo con la gente que te rodea».