Un discapacitado ha negado hoy haber matado a otro en marzo de 2013 en una residencia para personas con discapacidad intelectual de Vélez Málaga y ha asegurado que lo quería como un abuelo.

El juicio con jurado popular ha comenzado hoy en la Ciudad de la Justicia de Málaga y durante su declaración el procesado -con dificultad en el habla y con una edad mental, según su abogado, de unos 13 a 15 años- ha indicado que la víctima era como su familia y ha añadido: "yo no hago eso, yo no he matado a nadie, gracias a Dios".

El abogado que representa al acusado ha asegurado que la víctima además de padecer síndrome de down sufría ataques epilépticos y que en un momento dado tuvo una serie de convulsiones, por lo que su cliente tras verlo caer le puso el pie en el pecho, con la creencia de que quizás podía parar así el ataque.

El letrado entiende que quizás su cliente no actuó de la manera adecuada, pero ha pedido al jurado que comprendan que el procesado tiene una edad mental de un niño y que debido a ello no supo actuar ante un ataque epiléptico.

Por su parte, el fiscal ha asegurado que el joven acabó con la vida del otro residente tras una discusión ocurrida cuando ambos estaban en el jardín y pide provisionalmente que se le impongan seis años de prisión y seis años de internamiento para tratamiento médico o educación especial en un establecimiento adecuado a la anomalía o alteración psíquica que padece.

Para la acusación la discusión se inició por motivos que se desconocen, pero que en el transcurso de la misma, el acusado, "aprovechando el deterioro físico y mental" del otro, "le propinó varios golpes, que le hicieron caer al suelo, donde le dio fuertes pisotones".

Ello produjo en el hombre heridas que le causaron la muerte al día siguiente.

La fiscalía malagueña ha precisado que el acusado padece un cuadro de debilidad mental que "le ocasiona importantes trastornos de conducta, agravados por el consumo de alcohol, drogas y medicamentos, que le ocasionan episodios de heteroagresividad" y que en el momento de los hechos, tenía disminuía sus facultades, aunque no anuladas.

El fallecido, por su parte, padecía síndrome de Down, con gran nivel de dependencia y con graves limitaciones comunicativas, además de desorientación e incapacidad para desarrollar actividad ocupacional.

Para el fiscal, los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, pero mantiene que existe en el procesado una eximente incompleta de anomalía o alteración psíquica.