Pedro Aparicio, el primer alcalde democrático de Málaga tras la dictadura, falleció ayer de manera repentina por un fallo cardíaco, a los 71 años de edad, cerca de un gimnasio de la avenida Juan Sebastian Elcano, próximo a su domicilio de Pedregalejo, donde habitualmente practicaba ejercicios.

La noticia del fallecimiento la comunicó el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, durante la celebración del pleno mensual. De la Torre, visiblemente conmocionado, comunicó el luctuoso suceso y acto seguido anunció la suspensión del pleno en señal de luto por decisión de la junta de portavoces.

Aparicio, que fue alcalde durante cuatro mandatos, entre 1979 hasta 1995, halló la muerte mientras se dirigía a su gimnasio habitual, «seguramente escuchando una de sus óperas favoritas», según comentaba ayer uno de los amigos que dejó en el Ayuntamiento de Málaga.

Nada más conocerse la noticia, que irrumpió de manera repentina en el salón de plenos del Ayuntamiento de Málaga, Francisco de la Torre anunció la suspensión del pleno y minutos después dictaba un bando decretando dos días de luto oficial durante los cuales las banderas ondearán a media asta en todos los edificios municipales, a la vez que mostraba la condolencia y el pésame del Ayuntamiento «y de la ciudad de Málaga a los familiares de Pedro Aparicio.

Aunque el Ayuntamiento mostró su disposición a que la capilla fúnebre con los restos de Aparicio se abriese en uno de los salones del edificio consistorial, por expreso deseo del exalcalde, que dejó dispuesta su voluntad por escrito, no habrá capilla ardiente en el Salón de los Espejos. Tampoco habrá velatorio. Aparicio será incinerado y sus cenizas llevadas a Madrid, donde nació.

Ha sido este mediodía en Parcemasa, donde familiares, amigos y personalidades del mundo de la política como el propio alcalde, Francisco de la Torre, la exalcaldesa de Málaga Celia Villalobos o el expresidente de la Junta, Manuel Chaves, además de la socialista Trinidad Jiménez, el consejero de la Junta José Sánchez Maldonado y antiguos concejales del equipo de gobierno de Aparicio, como Juan Antonio Espejo o Curro Flores. También han estado presentes miembros de la sociedad y la cultura malagueña como Eugenio Chicano y Manuel Alcántara, entre otros.

En el tiempo en el que fue alcalde algunos proyectos marcaron a Málaga como la apertura de la Casa Natal de Picasso, la Concepción, la reapertura del Teatro Cervantes y su plan de asfaltado de los barrios de la ciudad. Aparicio dejó el cargo en 1995, tras dieciséis años de gobierno, dejando la vara de mando municipal a Celia Villalobos, que gobernó en minoría.

La noticia de la muerte de Pedro Aparicio, por inesperada y repentina, recorrió como una descarga impactante el salón de plenos y los despachos y dependencias del Ayuntamiento donde muchos funcionarios que compartieron los años de gestión del exalcalde le recordaban de manera emotiva, alabando su «cercanía», «su exquisita educación» o su talante conciliador.

El ejemplo más claro fue el del actual alcalde, que con una emoción que le entrecortaba las palabras, anunció su fallecimiento. Poco después, algo más sereno, pero con la conmoción aún reflejada en sus palabras, De la Torre recordó a Aparicio como «un hombre educado, correcto, cercano, moderado, con sentido común y con visión de Estado de los problemas; unos ideales que son siempre deseables en general, pero sobre todo en la vida política».

Francisco de la Torre destacó también como era «un hombre sensible con los temas culturales, que vivía con alegría la evolución cultural de la ciudad, sobre todo los musicales y en concreto los relativos a la lírica, una de sus pasiones». Más aún, destacó su carácter «familiar», algo que en estos últimos años, «liberado ya de sus tareas de trabajo», pudo desarrollar con más fuerza, «estando más cerca de su mujer, de sus hijos y de sus amigos». Aparicio era «muy amigo de sus amigos; tenía un concepto de la amistad muy noble y alto».

Uno de estos amigos, Rafael Illa, jefe de Protocolo del Ayuntamiento, impactado aún por la noticia, señaló como «Pedro era un hombre extraordinario en todos los aspectos». «Ha sido uno de mis grandes amigos, con el que he disfrutado.» Illa explicó que hablaba con él a diario y que «se encontraba bien, había dejado de fumar y estaba contento porque estaba adelgazando». «Se me ha muerto un hermano», relató Rafael Illa.

La portavoz socialista, María Gámez, trasladó sus condolencias a la familia de Pedro Aparicio y destacó «la tremenda huella» que deja en la capital malagueña, en la que gobernó durante cuatro mandatos. «Todos estamos consternados, especialmente la familia socialista».

También mostró su pesar por este fallecimiento el portavoz de Izquierda Unida en la Casona del Parque, Eduardo Zorrilla, quien aludió al «talante conciliador» del exregidor, que gobernó en coalición con los comunistas durante cuatro de los 16 años que estuvo al frente de la Alcaldía.

«Hoy es un día triste para la ciudad, hay que recordarle como el primer alcalde de este periodo democrático, cuando se llevó a cabo la modernización de la ciudad en muchísimos aspectos como infraestructuras, acerado o saneamiento».

También el concejal independiente Carlos Hernández Pezzi, que trabajó con Aparicio desde el área de Urbanismo, dijo sentirse «conmocionado» y recordó que «no puede entenderse la Málaga actual sin él, sin su trabajo renovador Hemos trabajado juntos muchos años y puedo decir que tenía una altura institucional singular, es un alcalde a la altura de Tierno Galván, Maragall o Francisco Vázquez».