Como se fue se ha despedido. No quiso homenajes ni alharacas. De hecho, dejó escrita su voluntad de que no se instalara su capilla ardiente en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga y tampoco quiso un velatorio. Una sencilla misa funeral celebrada a la una de ayer en Parcemasa fue la manera en la que la sociedad civil malagueña se despidió de su primer alcalde democrático, Pedro Aparicio (PSOE), quien falleció súbitamente cuando se dirigía a practicar deporte.

Todavía aún con la resaca de su muerte y con el eco de los titulares de prensa loando hondamente su figura humana, ideológica e intelectual, la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento se reunió en la mañana de ayer, sólo un día después de la repentina muerte de Aparicio, para acordar la concesión de la Medalla de la Ciudad a título póstumo y dedicarle una calle o una avenida en la urbe que presidió durante cuatro legislaturas, 16 años (1979-1995). La Junta de Portavoces asignó como instructores del expediente a los concejales Gemma del Corral (PP) y Manuel Hurtado (PSOE).

A lo largo de todo el día de ayer, se instaló en el hall de entrada al Ayuntamiento, junto al retrato de Pedro Aparicio, el libro de condolencias para que todos los malagueños que lo desearan pudieran expresar su pésame.

Asimismo, las banderas de todos los edificios municipales han ondeado a media asta durante el jueves y el viernes, los dos días de luto oficial decretados por el actual alcalde, Francisco de la Torre.

La misa funeral se celebró ayer a las 13.00 horas en Parcemasa, aunque el primer alcalde democrático de Málaga ya dejó dicho que no quería ni capilla ardiente en el Salón de los Espejos ni velatorio, si bien cientos de personas se desplazaron al camposanto para rendirle un último adiós al hombre que llevó el saneamiento integral y el acerado a muchos barrios de la ciudad, recién estrenada la democracia, o que impulsó la rehabilitación del Teatro Cervantes o puso en marcha la Casa Natal de Picasso.

Aparicio nació en Madrid el 4 de octubre de 1942 y era doctor en Medicina. En concreto, ocupó el cargo de alcalde durante dieciséis años, en una primera etapa muy convulsa, ya que su primer cuatrienio estuvo centrado en democratizar las estructuras del Consistorio, así como en allegar los servicios básicos de saneamiento a zonas que jamás los gozaron.

Asimismo, el PSOE ha colocado a Aparicio a la altura de alcaldes de la talla del profesor Enrique Tierno Galván (Madrid) y como una figura esencial del municipalismo español. No en vano, fue el primer presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, y llegó a ocupar una plaza en el Parlamento europeo desde 1995 a 2004.