­El Vasa es un tesoro nacional en Suecia. Fue un buque de guerra que se hundió en el siglo XVII nada más abandonar puerto y que ocupó un lugar en las profundidades del mar Báltico durante 333 años, hasta que pudo ser rescatado. Entonces se convirtió en museo y, con el tiempo, en el más visitado de Escandinavia. Se encuentra en la isla de Djurgården y se construyó expresamente para dar cabida a la embarcación, en 1990. Desde entonces ha sido visitado por millones de turistas. Pero su conservación corre peligro y con él el orgullo patrio de millones de suecos. Dos ingenieros malagueños tienen la clave para la construcción de un nuevo sistema de apoyo que permita su pervivencia.

Se trata de Juan Carlos Hurtado Sierra y Marina Muñoz García, alumnos que han presentado el proyecto de máster para salvar el museo Vasa. Ambos estudiaron Ingeniería Técnica Industrial Mecánica en la Universidad de Málaga y tras terminar sus estudios, decidieron enrolarse en hacer un máster de Mecánica Aplicada en la Universidad de Skövde, Suecia.

Ellos son los cerebros malagueños que van a salvar este antiguo pecio reconvertido en museo. «Su conservación y preservación es una empresa que los suecos quiere llevar al detalle ya que el soporte actual en el que descansa el barco está provocando que éste se deforme muy lentamente», explica Hurtado.

Según explican los ingenieros malagueños, existe un proyecto global, en el que colaboran muchas universidades de Suecia, para investigar, diseñar y construir el nuevo soporte, cuya construcción está prevista empezar para 2016. Y ellos han sido los encargados de hacer los estudios de la estructura del Vasa y forman parte de la tesis de su máster.

«Nuestro trabajo final de master se llama Análisis estructural del buque de guerra Vasa del siglo XVII. Este proyecto lo realizamos en colaboración con el Museo Vasa y la Universidad de Uppsala. Está enfocado en un estudio del casco del barco. Lo analizamos mediante CAD y programa de elementos finitos. Fue nuestro actual supervisor de la tesis y profesor durante el master, Anders Biel, el que nos propuso realizar este proyecto y decidimos elegirlo porque nos pareció interesante, no sólo por el aspecto técnico del proyecto, sino también por la importancia de este barco para Suecia y los suecos», explican.

Hurtado y Muñoz han analizado la rigidez de la madera, y también han visto el impacto que los tacos que sirven de soporte tienen en la parte exterior del barco. «El casco está construido con tres capas de madera, que están conectadas por estos tacos», relata Muñoz. El segundo objetivo era hacer una simulación de toda la nave en 3D a través de un programa informático, lo que le permitió analizar la carga, detectar las zonas más críticas, visionar la deformación que estaba sufriendo y proponer el soporte adecuado para conservar el barco.

El 30 de septiembre presentaron su proyecto en la Universidad de Skövde. Tuvo tal repercusión que fueron portada del periódico local Skaraborgs Allehanda, que ya destacaba que los autores de la tesis son españoles, a pesar de que el suyo no es el único proyecto existente. De hecho, tanto Hurtado como Muñoz explican que su investigación «es una pequeña parte que contribuye a algo muy grande».

El Vasa recibe este nombre por la dinastía que reinaba en Suecia cuando fue construido entre 1625 y 1628 por orden de Gustavo Adolfo II Vasa. Estaba llamado a ser el mayor y mejor buque de guerra jamás construido por la armada sueca para participar en las batallas que enfrentaban a Suecia y Rusia, Dinamarca y sobre todo a Polonia.

Medía 52 metros desde la punta del palo mayor a la quilla y tenía 69 metros de proa a popa. Contaba con tres palos (mesana, mayor y trinquete) que podían sostener hasta diez velas y pesaba un total de 1.200 toneladas.

Una vez habían empezado los trabajos de construcción, el rey solicitó una fila extra de cañones a bordo del barco, por lo que los planos tuvieron que modificarse sobre la marcha. Estos cambios pudieron ser definitivos para que el buque se hundiera inexorablemente apenas trescientos metros después de haber dejado tierra. Una fuerte ráfaga de viento hizo que el barco se escorase y que comenzara a entrar agua por las puestas de los cañones. En poco tiempo, el barco que era el orgullo de la nación se precipitó al fondo del mar.