­Si usted no sabe lo que es un hashtag y todavía no está en Twitter, es mejor que deje de leer porque se puede sentir afortunado de no haber sucumbido aún a la dictadura de las redes sociales y no entendería de qué va todo esto. Sería igual a plantar cizaña sobre el césped, una pérdida de tiempo. No está la vida para que a uno le roben minutos del reloj.

Un hashtag y 365 noches por descubrir. Así se podría describir la frenética carrera que ha emprendido el Ayuntamiento para incrustar la ciudad de Málaga en los motores de búsqueda de internet. Comenzó ayer la conquista viral de turistas al amparo de las redes sociales. Lo hizo en el Albéniz, y con una buena dosis de amor propio, porque en la presentación fueron todo golpes de pecho. «¿Quién no disfruta de unos espetos en uno de nuestros chiringuitos bañados por el sol?», se preguntó el alcalde. ¿Cómo enamorar a alguien de tu ciudad, habiendo millones de alternativas más repartidas por el mundo entero? Pues haciendo un retrato robot de ella, destacando sus encantos y obviando sus malas maneras, si es que las tuviera. «¿Qué seríamos sin nuestras malas maneras?», se podría cuestionar ahora más de uno. Hecho esto, montas una campaña en internet, la dotas con un nombre inglés de fácil asimilación, Loving Malaga por ejemplo, y sueltas el anzuelo a ese océano salvaje que son las redes sociales. Por la naturaleza de Facebook, Twitter, Instagram..., se deduce que esta última campaña del Área de Turismo va enfocado a un público joven. Mochilero o pijo, pero joven. La campaña durará un año, y promocionará los activos turísticos de la ciudad a través de www.lovingmalaga.es, web creada para la ocasión, y la etiqueta #lovingmalaga, que se servirá como una medicina diaria en las redes sociales. Un destino turístico distinto será presentado cada día a través de Pablo, nuestro guía virtual de carne y hueso, emergido de un casting popular. No se le puede negar la ambición al proyecto, pues encontrar 365 eventos o museos dignos de mención tiene su tarea. Nadie dice que en Málaga no los hay, pues todos tenemos en nuestras cabezas imágenes de rincones que nos hicieron padecer de amor en algún momento de nuestras vidas. Aunque fuera la barra de un bar. Pero habrá que administrar bien las fuerzas o habrá que acabar incluyendo las prospecciones de hidrocarburo sobre el mar de Alborán como otro punto de interés más.

Pablo será nuestro guía La temperatura del momento en la sala excesivamente climatizada subió con la desvirtualización de Pablo. Es el guía, que a modo de diario del viajero feliz, está llamado a formar parte de nuestros alter egos virtuales en el próximo año. Con Pablo emprenderemos el duro camino hasta coronar Gibralfaro. Con Pablo nos daremos un refrescante paseo en barco para acabar nadando con delfines en la bahía de Málaga. Con él compraremos higos en el Mercado de Atarazanas. Como una figura mística emergió entre la oscuridad de la puesta en escena de los vídeos, para entrar en nuestras vidas. Ahí estaba Pablo. Épica melena larga, barba de siete días, camisa azul luciendo el hashtag de lovingmalaga en el pecho y una sonrisa de treinta años bien llevados. No puede ser casualidad su elección, pues presenta el físico estereotipado de indie moderno que se ha vuelto un poco mainstream, pero que cumple con el papel de viajero todoterreno. Uno se imagina a los rizos desenfadados de Pablo mandando poderosos mensajes de telepatía y enamorando a usuarias extranjeras de todo el mundo. Si él no es capaz de romper corazones por Málaga, no lo hará nadie. Buen viaje Pablo, tu destino es el de toda Málaga.