Hacerse con alguna de las figuras de la saga de Star Wars que lanzaron en los años 80, incluir en tu vitrina soldados de época, adquirir acciones de la Compañía de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga, que se inauguró en 1912, o conseguir un amuleto de hueso, posiblemente de cachalote, son algunas de las cosas que aún se pueden encontrar en Málaga. Una ciudad que todavía cuenta con coleccionistas que tienen todo tipo de artículos que se convierten en la viva prueba del paso del tiempo.

Ciriaco Aranda es uno de los que mejor lo sabe. Ahora tiene 74 años, pero al inicio de los 70 descubrió los puestos del interior del colegio de la Normal, ubicado en la plaza de la Constitución, y se hizo uno más entre compañeros. Lo que más le gustaban eran las postales de la ciudad pero comenzó con la filatelia. Era la salvaguardia del coleccionismo en la ciudad.

En 1982 los trasladaron a la propia plaza donde estuvo hasta 2003, momento en el que hicieron peatonal la céntrica calle Larios. La plaza de la Merced fue la siguiente ubicación y de ahí a la esquina del banco Barclays, lugar donde murió el mercadillo de coleccionistas de Málaga. Las idas y venidas hicieron que cada vez menos acudieran con sus mesas. Ciriaco también abandonó el lugar.

Ahora se reúne para tomar café en la Alameda Principal con sus amigos de fatigas y recuerdan sus interminables años de coleccionismos. Aglutinó unas 5.000 piezas entre postales, etiquetas de vino o estampas de la ciudad.

Entre medio, Málaga nunca fue ciudad de grandes establecimientos dedicado a este hobby. Algunas filatelias perduran con el paso del tiempo. Es el caso de David Díaz. Su padre comenzó el negocio hace 40 años en la calle Don Juan Díaz y ahora resiste él como puede.

No le importaría tener entre sus artículos alguna de las escasas monedas de oro de cien pesetas que salieron en el periodo de transición, tras morir Isabel II, en 1870, valoradas en 225.000 euros, pero lo que más ilusión le hace es cuando viene un niño con cierto interés. «Mi padre me cuenta que antes se vendía mucho. Entre la crisis y que el coleccionismo es más bien cosa de personas mayores, se está perdiendo mucho», explica.

Entre sus innumerables artículos hay monedas de la época de Alfonso XII y Alfonso XIII y diversos sellos. Los españoles, todos a partir de 1850, momento en el que se implantan de forma oficial en España, con Isabel II.

El negocio resiste y da para comer y poco más. Él y su mujer están en el comercio, cuando en el pasado hasta formaba parte de la plantilla su hermana. «Puede que vender a través de internet sea el futuro pero a mí me gusta más aquí en persona», explica, mientras divaga sobre cuál podría ser la solución ante la caída de los últimos tiempos.

Pocos establecimientos resisten el abandono de este hobby que se ha visto fuertemente afectado por la crisis. Ana Isabel Torres lo sabe muy bien. En 2005 ella y su marido abrieron «El Rincón del Coleccionista de Ana» y aguantó hasta 2012, cuando tuvieron que echar el cierre.

El número 38 de la calle Carretería fue durante varios años un punto de encuentro para los amantes de este mundo. El 70 por ciento de los artículos que formaban parte de sus vitrinas y paredes eran de herencia familiar, aunque nunca dejaron de buscar nuevos productos con los que sorprender a sus clientes. Guías turísticas de los años 50, cromos de la época de sus abuelos, fotografías antiguas de la ciudad, etiquetas de diversos productos y la Semana Santa eran alguno de sus fuertes. Documentos de principios del siglo XX relacionados con la fundación de la Agrupación de Cofradías o los primeros ejemplares de la revista La Saeta del año 1922 también se podían adquirir en el «El Rincón del Coleccionista de Ana».

Ana tiene 54 años y ni ella ni su marido se dedican ya al coleccionismo. «Ha sido una etapa de nuestra vida», explica. Y es que el negocio se convirtió en algo insostenible y, salvo los dos primeros años del negocio, siempre fue complicado llegar a final de mes. Desde entonces, el número 38 de la mítica calle malagueña permanece cerrado.

Todavía hay hueco para los amantes del pasado en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona donde existen mercadillos dedicados al coleccionismo. En Málaga solo queda el resquicio de los que nunca abandonaron esta pasión, las herencias familiares y los rastrillos de domingos. Lugares donde se entremezcla lo encontrado en la basura con alguna que salvar.

Internet parece el futuro para aquellos que quieren vivir de esto y Juan José Vázquez puede que sea uno de los malagueños pioneros en este ámbito. Se dedica a la venta de todo tipo de artículos a través de la red desde hace 12 años con «La Trastienda» (http://www.todocoleccion.net/tienda/latrastienda) y ha llegado a tener hasta 25.000 referencias diferentes. Con el paso del tiempo se ha vuelto más selectivo y cuenta con 13.980 artículos a la venta.

Tiene 43 años y se adentró en el coleccionismo con 18. Lo compaginaba con su trabajo y tuvo su propia colección de cuadros de autores locales. La experiencia le hizo comprender que carecía de valor y comenzó a obtener otros artículos. Fue un amigo de 60 años el que le abrió los ojos y se planteó la venta por internet.

Un autodidacta a base de prueba y error que ha montado su propio negocio online. Un adelantado para la época que ha vendido piezas a cualquier punto del globo. La última adquisición que ha puesto a la venta es una colección de Los Pitufos pero cuenta con artículos de todo tipo. Juguetes, documentación, joyas, decoración... Cada venta es merecedora de una alegría, ya que hace siete años dejó su trabajo en un bar del Centro para dedicarse por completo a esto. Es la fuente de ingresos de su familia.

Aun así, hay dos cosas que tiene clavadas y de las que se deshizo. Un grabado original de Goya y una talla africana de madera que representaba la fertilidad de la mujer. «Le tenía mucho cariño y se la vendí a un buen cliente mío de Tenerife. Sé que fue a buenas manos pero esa pieza no la vuelvo a conseguir en la vida», comenta.

Vinilos de la época de los 50, un kamasutra escrito en sánscrito (una lengua clásica de la India), partituras antiguas o un sable de época perteneciente a un cargo militar son algunas de las cosas más curiosas que ha tenido en La Trastienda. El nombre de un verdadero almacén de cientos de artículos que aglutina en casa, en cajas numeradas.

El negocio ha caído con respecto a otros años pero ahí continúa. «Antes de ser vendedor soy coleccionista», apunta.

Ciriaco Aranda

Puestos en la calle

Ciriaco recuerda con cariño los más de 30 años que se ha dedicado a sacar un dinero extra con la venta de artículos. Lo que más le gustaban eran las postales, pero no es lo único que ha acumulado a lo largo de estos años. Entre algunas curiosidades está una serie de estampas de la fábrica de Ceregumil durante su traslado. La empresa abrió sus puertas en Málaga en 1924 en el Paseo de la Farola y en diciembre de 1974 se trasladaron los laboratorios al polígono El Viso. En la actualidad, se encuentra en el Parque Tecnológico de Andalucía.

David Díaz

'Filatelia Díaz', un negocio de toda la vida

Aunque parezca curioso no es coleccionista pero su padre le introdujo en este mundo gracias al negocio que abrió hace 40 años y que desde hace años él regenta. La esquina de la calle Don Juan Díaz se centra en la filatelia y numismática. Reconoce que el hobby ha quedado prácticamente relegado a las personas mayores y la crisis ha hecho que muchos dejen de adquirir productos.

Ana Isabel Torres

'El rincón del coleccionista de Ana'

Era el sueño del matrimonio y contaban con un gran material familiar que poner a la venta. Ana no tenía empleo y la situación era la idónea para lanzarse a montar su propio negocio. El número 38 de la calle Carretería fue durante siete años uno de los escasos lugares de la ciudad donde que acudir para encontrar artículos de coleccionismo, sobre todo de Semana Santa.

Juan José Vázquez

Un coleccionista y vendedor virtual

Lleva más de 20 años en este mundillo y desde hace 12 años se dedica a la venta a través de internet de todo tipo de artículos que llegan a lugares tan dispares como Canadá, Miami (EEUU) o Los Prados (Málaga). Ahora se centra en libros, cuadros, arte, joyas, figuras… pero tiene de todo. Hace años tenía una colección de cromos de 15.000 artículos.