El abogado Javier Such, nieto de Miguel Such, va en pos de un pequeño tesoro: la voz de su abuelo. La radio nacional colombiana conserva una grabación de Miguel Such, insigne arqueólogo malagueño que tuvo que exiliarse en ese país hispanoamericano al año de la llegada de las tropas de Franco a Málaga. «Era una conferencia sobre la Atlántida, de la que tengo el dictado, me acaba de llegar», explica.

Si algún día llega a sus manos esa grabación, será la misma voz que se escuchó, probablemente emocionada, el lejano 19 de septiembre de 1917, cuando Miguel Such, que estaba practicando espeleología con unos amigos, se adentró por la cueva del Hoyo de la Mina, en terrenos de la fábrica de Cemento de La Araña, en la que terminaría descubriendo importantes restos arqueológicos.

La Universidad de Málaga homenajea desde esta semana y hasta el próximo 15 de noviembre a Miguel Such con una exposición en la sala de la Muralla, en el Rectorado.

«Él era de profesión empresario. Trabajaba con su padre, que tenía una sucursal de La Unión Alcoholera Española aquí en Málaga y luego también en las Bodegas Bilbaínas», cuenta su nieto.

Miguel Such, que había nacido en 1889 en la calle Strachan, no había ido a la universidad como sus hermanos. Su padre le dio otro tipo de formación: «Le envió a conocer mundo por Francia, Inglaterra y América y aprendió idiomas», destaca Javier Such, que señala que formaba parte de la Sociedad de Excursionistas «y lo que inicialmente fue una afición por campear, la espeleología y la arqueología, fue al final una pasión por la ciencia».

El malagueño tuvo una formación autodidacta «muy seria», comenzó a adquirir tratados de Historia, Espeleología o Geología y a contactar con importantes científicos de la época.

Para trabajar en la Cueva del Hoyo de la Mina, tuvo primero que bregar con un airado propietario de los terrenos, pero luego, pudo demostrar que la cueva estaba en terrenos de Financiera y Minera, cuyo director, en 1918, «le dio todas las facilidades del mundo para llevar a cabo las excavaciones», explica su nieto.

En ese año conoce al padre de la Prehistoria moderna, el famoso abate francés Henri Breuil, al que le presenta el presidente de la Sociedad Malagueña de Ciencias, Enrique Laza.

El francés y el malagueño se hacen amigos y excavarán juntos la Cueva de Doña Trinidad en Ardales. La seriedad en los trabajos de Miguel Such pronto cimentarán su fama. En febrero de 1920, la Sociedad Malagueña de Ciencias publica sus investigaciones con el título: Avance al estudio de la caverna Hoyo de la Mina en Málaga.

En el libro da cuenta de sus trabajos que demuestran la ocupación de la cueva durante el Neolítico, con piezas del Capsiense, hoy conocida como Magdaleniense. Como explica Javier Such, los trabajos de su abuelo fueron confirmados por las excavaciones llevadas a cabo por la Universidad de Málaga a finales del siglo pasado, entre 1996 y 2000.

La cueva, por cierto, está hoy destruida por encontrarse en terrenos de la cementera, «pero todos los restos se pudieron estudiar y extraer».

Algunos de ellos se muestran en la exposición, fechados entre el 11.000 y el 4.500 antes de Cristo, destaca Javier. Collares de gran belleza, ollas, brazaletes, piezas de sílex, raspadores, buriles... Javier Such todavía recuerda cuando su padre, Miguel Such Lara, al que habían pasado estos restos arqueológicos tras la muerte de la hermana mayor, los desplegaba en casa. «Recuerdo de pequeño cómo venían catedráticos y profesores de universidades españolas a ver las piezas». Su padre gestionó luego con Rafael Puertas la cesión de las piezas al entonces Museo Arqueológico de La Alcazaba y pronto podrán verse en un lugar destacado en el futuro Museo Arqueológico de la Aduana. Será un permanente homenaje al gran arqueólogo malagueño, felizmente recuperado.

La exposición puede visitarse en el Rectorado hasta el 15 de noviembre de lunes a sábado de 11 a 15 horas y de 18 a 21 horas, excepto festivos.