A Cristina, la vida no se lo pone fácil, pero su determinación es clave para afrontarla con optimismo y garantías. También el apoyo que recibe de su familia, amigos y profesores, que la han acompañado a lo largo de toda su etapa académica. Cristina es invidente pero esta situación nunca ha supuesto una rémora para ella. Más bien al contrario: un acicate para sortear obstáculos. Retos constantes. Como ahora, que acaba de obtener el certificado oficial que emite la prestigiosa Universidad de Cambridge y que reconoce su capacidad idiomática en el nivel B1. Y no ha sido fácil.

Protagonista de una historia de superación individual, Cristina de la Torre se quedó prácticamente ciega cuando tenía cuatro años de edad. Un tumor congénito comenzó a desarrollarse y le afectó el nervio óptico, entre otras cosas. Le queda un hilo de visión, por un solo ojo, lo suficiente para que haya aprendido a sacarle todo el partido a este escaso porcentaje. «Esta discapacidad forma parte de mi vida», señala. Aunque al principio comenzó a estudiar Braille, y tiene nociones, a los seis años una profesora de apoyo de la ONCE le animó a «aprovechar lo poquito que veía». «Que hay que poner la letra más grande, se pone, pero que se eduque como los demás, leer y escribir», recuerda que dijo.

Toda su etapa escolar la pasó en el Manuel Siurot, un centro concertado de Nueva Málaga, que la estuvo ayudando durante todo su aprendizaje. «Siempre he contado con muy buena colaboración, una gran humanidad y ganas de ayudar por parte de todos mis profesores. Me traían los apuntes con la letra más grande y me iban leyendo. Así pude seguir mis clases normales y yo me veía como una compañera más en clase, perfectamente integrada y sin ningún problema», recuerda.

A pesar de que tener que dedicar seis años para aprobar la ESO, consiguió graduarse y matricularse en el instituto Santísima Trinidad para hacer Bachillerato, dos cursos que tuvo que hacer en cuatro años. Y hasta aprobó la Selectividad. «¿Por qué me iba a cerrar puertas?», se pregunta, a pesar de que tenía claro que quería estudiar un ciclo formativo de grado superior de Secretariado, que estudió en el IES La Rosaleda. En este mismo centro estudia en la actualidad otro módulo.

Para completar su formación, ampliar currículum y abrirse nuevas puertas profesionales, se matriculó de nuevo en el Manuel Siurot para estudiar inglés en su escuela de idiomas, después de que la Junta de Andalucía haya reconocido a este colegio como centro bilingüe y cuenta además con los certificados de Cambridge English. «Me enteré y la jefa de estudios me animó a sacarme el B1. Al principio fui como mera oyente, pero de nuevo los profesores se volcaron conmigo, dándome toda clase de facilidades. También los compañeros. Y me insistieron en que me examinara», añade esta estudiante que cuenta con 27 años de edad.

El examen lo hizo en junio, tras dos años intensos, el primero más teórico y el segundo más práctico. Las pruebas fueron completamente adaptadas a su deficiencia visual y duraron más de 12 horas, en igualdad de condiciones con respecto al resto de alumnos. «No veo dibujos y me los tienen que describir, también me canso de leer y me tienen que dictar en inglés. Al leer tan lento también pierdo la noción en conjunto. Respondía las preguntas de forma oral o escribiendo verdadero o falso», señala Cristina. En este examen sacó un notable 7,5 y el pasado viernes recibió su diploma oficial de manos de Jonathan Baum, director de exámenes en Andalucía Oriental. Se convierte así en la primera alumna con déficit visual agudo en lograrlo. Y ahora va a por el B2.