Entre los muchos mitos que acabaron por quebrarse, al ritmo galopante de una crisis que ya apura los últimos momentos para completar una década abocada a la caída libre sin cuerda, está el credo universal de que una titulación universitaria servía para inflar las posibilidades de acceder a un empleo estable tras años de esfuerzo y dedicación. Una vez triturado este paradigma popular, que se pasaba de padres a hijos como la herencia patrimonial, la elevada tasa de paro juvenil, podría hacer creer que una carrera universitaria ya no es garantía de trabajo. «¡Estudiar no sirve de nada!». Hasta hace poco, se le hubiera tachado de loco para arriba al autor de esta frase. Hoy, podría ser considerado todo un visionario y un adelantado a su tiempo.

No obstante, y a pesar de las dificultades que sufren los jóvenes licenciados para acceder al mercado laboral, una media de recién titulados superior al 60% logra encontrar trabajo. Aunque no siempre esté relacionado con lo que hayan estudiado.

La situación empieza a ser crítica cuando se alarga el tiempo entre la salida de la universidad y el salto al mercado laboral se empieza a dilatar. «Las personas empiezan a acumular tanta formación que corren el riesgo de estar sobrecualificados», apunta el director de Adecco en Málaga, Gonzalo Cadenas, que selecciona a diario candidatos para fusionar las ofertas de trabajo con los demandantes de la calle. «Los currículos se tienen que adaptar a la realidad», advierte Cadenas ante del riesgo de confundir las pretensiones personales con las realidades que ofrece el mercado.

Con más de seis millones de parados, la competencia es una dura criba que deja a muchos por el camino. Pero una carrera universitaria es algo más valioso que un simple papel mojado que sirve para galardonar los salones familiares y provocar el orgullo de la abuela. A pesar de todo. Al estilo de «dime con quién andas y te diré quién eres», se puede establecer el mismo símil con las universidades españolas. Las oportunidades de encontrar trabajo varían mucho según el qué y dónde se estudia. El Ministerio de Educación ha analizado los últimos cuatro años de vida de más de 190.000 universitarios de centros públicos y privados de 146 titulaciones que acabaron sus carreras en el curso 2009-2010.

De dicho informe, acuñado con el término de Inserción laboral de los estudiantes universitarios, se deduce que las carreras científicas y técnicas copan los primeros puestos en el ranking de carreras que insertan a sus egresados (alumnos con el expediente cerrado) en las listas de la Seguridad Social.

Sigue reinando la vocación

Una cosa parece clara: las carreras humanísticas son las que peor engranaje tienen en el mercado laboral. Pese a la situación de crisis, los universitarios eligen la carrera que estudian en función de la vocación que sienten, y no atendiendo a la demanda del mercado laboral. Cadenas duda de que las carreras en España estén adaptadas a la realidad del mercado laboral español. «Existe una distorsión entre lo que estudian los jóvenes y las ofertas de trabajo. Estudiar por vocación está bien, pero si se hace teniendo en cuenta la realidad, las carreras de Administración y Dirección de Empresas (ADE), las distintas Ingenierías y Medicina ofrecen garantías relativamente elevadas de esquivar el paro».

El listado de carreras que se pueden estudiar en las universidades españolas es casi infinita. Muchas, sin embargo, están prácticamente predestinadas al fracaso. Hecho que haría entrever, según el propio Cadenas «una falta de modelo a la hora de adaptar los planes de estudio a las áreas más proclives de las que puedan surgir posibles ofertas de empleo».

Las carreras que comprenden las Ciencias de la Salud (Fisioterapia, Enfermería, Podología, Terapia Ocupacional) arrastran fama de tener buena salida laboral, lo que se confirma en el informe. El 88,2% de los titulados encuentran trabajo de acuerdo a su cualificación cuatro años después de haber dejado atrás las aulas. Les siguen los alumnos de Ciencias puras con un 62,9%; Ingeniería y Arquitectura (61,4%), Artes y Humanidades (50,6%) y Ciencias Sociales y Jurídicas (44,7%). A pesar de ello, más de la mitad de los matriculados, un 54,3%, optaron por carreras de Ciencias Sociales, seguidos de Ingeniería y Arquitectura con un 21%. El resto de los alumnos se distribuyen entre Ciencias de la Salud (12%), Artes y Humanidades (6,9%) y Ciencias puras (5,9%). Estos datos confirman la ya mencionada predilección por la vocación.

Según se desprende del informe realizado por el Ministerio de Educación, con el propósito de que los futuros alumnos tengan en cuenta estas variables a la hora de decidir qué carrera estudiar, Medicina, Óptica y Optometría y Ciencias Actuariales y Financieras (aplicación de modelos estadísticos y matemáticos para la evaluación de riesgos) son las carreras concretas que copan el podio de las mejor posicionadas para conseguir un empleo. Por el alto numerus clausus que restringe el acceso a Medicina, y por la larga duración que deja por el camino a muchos, la carrera de médico coloca al 92,9% de sus licenciados a nivel nacional. Óptica y Optometría y Ciencias Actuariales y Financieras colocan ambas al 84%.

Las carreras peor posicionadas para encontrar trabajo son las Filologías. Sobre todo, las que estudian idiomas de menor difusión, como es Filología Portuguesa, que con un 18,2%, es una de las peores carreras en relación a las oportunidades de futuro que puede ofrecer. Sólo es superada, en el plano negativo, por la Licenciatura en Radioelectrónica Naval (16,7%). Curiosamente, una de las provincias con más paro de toda España, Cádiz, cuenta con la universidad que lidera todos los rankings de colocación laboral. De los estudiantes titulados en Ingeniería Industrial, todos están dados de alta en la Seguridad Social y cuentan con un trabajo estable.

Los datos de la UMA

Pormenorizados a la Universidad de Málaga, los datos que ofrece el Ministerio de Educación evidencian similitudes entre la inserción laboral de los egresados de la UMA y el panorama a nivel nacional. Aquí también figura la carrera de Medicina, con un 91,4% de colocados, en el primer puesto de la empleabilidad. Le siguen los Ingenieros en Automática y Electrónica Industrial con un 83,6%. Los diplomados en Fisioterapia están en tercer lugar con 82,6%. Un dato que llama la atención, si se compara la evolución de las oportunidades de encontrar un trabajo con las cifras de los últimos años, es que en cada carrera, salvo en la licenciatura de Matemáticas, éstas se han incrementado. El salto más grande se produce en los egresados en Ingeniería de Organización Industrial, pasando de un 38,5% de empleabilidad a un 53,8%.

«Los estudios de inserción laboral que se llevan a cabo de forma anual en la Universidad de Málaga demuestran que un alto porcentaje de titulados universitarios consigue trabajo en empresas relacionadas con su formación», afirma el Director Técnico de Cooperación Empresarial y Promoción de Empleo en Universidad de Málaga, Antonio Peñafiel.

El salto más pronunciado en las expectativas lo pueden festejar los pensadores de la Filosofía. Esta carrera ha pasado de colocar al 11,1% de sus absolventes en 2013, a dar trabajo al 55,6%. Aquí el «ser o no ser» shakesperiano depende de la convocatoria o no de unas oposiciones. Lo mismo sucede con las carreras de Magisterio, que actualmente emplean a entre el 60% y el 67% de sus maestros, dependiendo de cada especialidad.

Malos tiempos augura el informe para los estudiantes de Historia del Arte (26,5%), Derecho (31,7%), Geografía (33,3%), Matemáticas (36,4%) y Historia (37,3%). Son las carreras que figuran al final de la tabla y no llegan ni al 40% en empleabilidad. Pero a pesar de las leves mejoras, el paro de los titulados españoles triplica la media de los países miembro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).