­Málaga avanza. No es un eslogan político, sino la realidad. Lo dicen los datos, las asociaciones del pedal y los profesionales de la bicicleta. Desde 2008, el uso de la bicicleta en la capital se ha multiplicado por cuatro. Los malagueños comienzan a ver la bicicleta de otra forma. El 28% de los habitantes de Málaga usan la bici al menos una vez por semana según una encuesta de la OCU de julio de este año. «Ahora ir en bici no significa que no puedas permitirte un coche, sino que eres una persona avanzada, concienciada con el medio ambiente», explica Alonso González, presidente de la asociación malagueña Ruedas Redondas.

Málaga está a la cola en esta tendencia europea. Aquí no se ven los mares de llantas, sillines y manillares de Ámsterdam o la inmensa red de carriles bici de Alemania, pero los expertos han observado un cambio que ha explotado en los últimos años. ¿Los motivos? El clima, los carriles bicis y la crisis económica.

El buen tiempo siempre ha acompañado a la ciudad, los carriles bicis y la crisis comenzaron a asomar las orejas cerca del 2008. «Ahora la gente tiene más tiempo y menos dinero. Son condiciones ideales para la bici», explica Patrick Suárez, propietario de La Clínica de la Bicicleta. «Mucha gente se ha aficionado a las bicis por los carriles, se crean una ilusión de seguridad».

Si en algo están los expertos más de acuerdo que en el gran auge de las dos ruedas, es en la mala calidad de los carriles bicis de Málaga. El trazado de la capital de la Costa del Sol está considerado por la OCU como uno de los peores de España. Concretamente como los octavos entre las once ciudades analizadas en el informe. Mal diseñados, trazados sinuosos con curvas excesivamente cerradas, falta de visión en numerosos tramos y mala conservación del firme.

«Algunas veces es más seguro ir por la calzada que por los carriles bici», comenta Patrick Peckham, propietario de Recyclo Bike Café, una cafetería que ofrece descuentos a todo aquel que vaya en bicicleta al local. «Es evidente que no están diseñados por alguien que use la bicicleta habitualmente», critica Patrick Suárez. «Saben que es un tema que vende mucho y que es barato de realizar. El primer gran proyecto de ampliación de las vías ciclistas fue en 2011, justo antes de las elecciones municipales, y ahora van a iniciar obras para ampliarlo más, pero lo hacen sin cumplir sus parámetros de calidad ni teniendo en cuenta a los que de verdad usan la bici».

Actualmente, existen en Málaga en torno a 35 kilómetros de vías ciclistas. Más 12 kilómetros cuyas obras ya se están ejecutando. Y si el Plan Andaluz de la Bicicleta consigue ver la luz, la Junta invertirá tres millones de euros para construir 50 kilómetros, lo que proporcionaría a Málaga cerca de un centenar de kilómetros, colocándose como la quinta ciudad de España con más infraestructuras de este tipo, por detrás de Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla.

En agosto del año pasado se puso en marcha el servicio de alquiler municipal de bicicletas. Durante estos meses, se han abonado 20.000 personas a un sistema que ha sido gratuito para los viajes de menos de 30 minutos y lo seguirá siendo hasta, al menos, agosto del año que viene. A pesar de las valoraciones positivas por parte del Ayuntamiento, la realidad no es tan favorable. «Las paradas aún no son suficientes. En toda Ciudad Jardín solo hay tres paradas y en la universidad aún no han hecho», explica Alonso González. «Además, el sistema informático no funciona adecuadamente, algunas veces no identifica la tarjeta y muchas de las bicicletas que están en las paradas no están disponibles porque el sistema no las detecta». El presidente de Ruedas Redondas también explica que en ciudades como Zaragoza hay diez bicis por base mientras que en Málaga se dobla esa cifra. La gente corre el riesgo de que no haya espacios en la parada de destino y deba irse a otra.

A río revuelto... «Está habiendo una proliferación de talleres», explica Patrick Suárez. El número de talleres de bicis se ha doblado. Personas que quedan en paro montan un taller porque saben arreglar bicis. «Ocurre algunas veces que nos traen bicicletas de otros talleres para que las arreglemos porque ellos no han sabido». «No sé si dentro de un tiempo habrá sitio para todos».