­Son las víctimas indefensas de la crisis, rostros teñidos de alegría que se contentan con poco y contagian de felicidad a sus familias. Pero son víctimas. En Málaga, 16.708 niños son atendidos por los servicios sociales del Ayuntamiento, una cifra que preocupa a las autoridades, que cifra a esta parte de la población como el 29% del total de los atendidos.

El Observatorio Municipal para la Inclusión Social presentó ayer el estudio «Condiciones de vida de las personas usuarias de los servicios sociales de atención primaria», que pretende conocer la realidad social de Málaga para saber dónde hacer más hincapié y qué problemas afectan más a los ciudadanos.

En 2013, estos servicios atendieron a 57.615 personas, cifra que aumentó, respecto al año anterior, en 2.800 personas. Pese al incremento, el Ayuntamiento advierte de que no sólo se debe a que la cifra sea superior por un aumento de la exclusión social, sino también por motivos coyunturales como nuevos recursos o medios para paliar la pobreza. Pero sí han advertido de que, mientras subía la cifra de personas, bajaba la de núcleos familiares atendidos, 18.600: respecto al año anterior descendió en 727, lo que rompe la tendencia de ascenso. Las familias que acuden a los servicios sociales suponen el 10% de todas las malagueñas y están compuestas por 2,9 miembros. Entre los años 1996 y 2013 las personas atendidas fueron 218.424.

El perfil de estas personas es variado. La edad media es de 33 años, y el 54% de ellas son mujeres. El 80,9% es población española, distribuyéndose el 19,1% restante entre usuarios de 137 nacionalidades diferentes. Un tercio son de Marruecos, siguiéndole de lejos Nigeria o Paraguay con un 8% y Argentina con un 6%.

En cuanto a nivel de estudios, el 52% no tiene ningún tipo de educación reglada. De hecho, un 8% de las personas que acuden a los servicios sociales son analfabetas y un 44% no posee estudios de Enseñanza Secundaria Obligatoria. Esto evidencia, según los analistas, una brecha educativa muy importante, íntimamente ligada al desempleo y a la brecha social. La tasa de paro asciende a un 70,8% y aquellos que tienen algún trabajo lo desempeñan en un 50,1% en el sector servicios. El resto, se distribuye en sectores como el de la construcción o industria. «Se ha verificado que el paro es menor entre personas con una mayor formación académica», afirma el estudio, que constata que el empleo ha descendido en diez puntos desde que comenzó la crisis, hasta el 17%.

En cuanto a otro de los pilares básicos, la vivienda, se evidencia que un 47,4% de los usuarios de estos recursos residen en viviendas de alquiler, porcentaje que contrasta con la media andaluza o española de la población normalizada, que residen en viviendas de alquiler, que se sitúa en un 13,2 y un 15,4% respectivamente.

Del total de intervenciones destinadas a resolver las necesidades o la situación problemática de los malagueños, 30.099, el grueso lo necesitaron personas mayores y niños, inmigrantes y discapacitados. La carencia de ingresos por la falta de empleo fue el principal motivo por el que se acudió a estos centros de servicios sociales, cuyos recursos están distribuidos en once distritos, 64 unidades de trabajo social y 185 núcleos de trabajo social.

Además, han observado un incremento de las intervenciones dirigidas al conjunto de la familia, que se sitúan en un 43,1%, seguido por las que intentar paliar la situación de las personas mayores (15%) y las específicamente destinadas a menores de edad (14%).

A través de los diagnósticos realizados por los profesionales de los Centros de Servicios Sociales Comunitarios se han podido identificar cuáles son las necesidades de la población atendida -más de 43.000-. En primer lugar, con un 44,9%, se sitúan las personas que se dirigen al Ayuntamiento demandando información sobre cómo acceder a los recursos existentes, ya sean prestaciones de los servicios sociales o recursos de protección social y de participación ciudadana.

La pobreza se acentúa más En segundo lugar, con un 26,4%, están los ciudadanos que tienen una necesidad relacionada con la falta de medios de subsistencia, ya sea por carencia continuada de los mismos o a causa de una emergencia. Con un 16,2% aparecen los que presentan problemas en su inserción laboral, escolar o social y, por último, con un 12,5%, aquellos que tienen una necesidad con la convivencia personal o social: desajustes convivenciales, abandono del hogar, malos tratos, limitación de la autonomía personal y soledad o aislamiento.

Desde el observatorio, Francisco Ruiz reconoció que la pobreza se ha agravado y que aquellos que ya estaban sumidos en la exclusión social ahora lo están más. De hecho, dos de cada tres personas que acudieron a estos servicios sociales ya lo habían hecho en el año anterior. Por eso, estos datos permiten conocer los factores que generan la exclusión social en la ciudad. «Si la desigualdad no se cuantifica, no se percibe como problema y tampoco, por tanto, la necesidad de actuar sobre ella», destacó Ruiz.

En la presentación del informe también estuvo el alcalde, Francisco de la Torre, que deseó que en el futuro este observatorio recoja la realidad de una sociedad que sea más inclusiva, «y que haya conseguido resolver bien los temas de la crisis y que tenga menos problemas y menos necesidad de atender a familias en situación de riesgo y de exclusión social». En este sentido, el regidor afirmó que desde Málaga se seguirá apostando por este tipo de servicios.

El concejal de Derechos Sociales, Francisco Pomares, señaló que el Ayuntamiento trabaja por que estas personas puedan acceder a un empleo, con un mercado más inclusivo, una garantía de ingresos mínimos, y unos servicios asequibles y adecuados. «Hay que trabajar no tanto para reparar como para prepararlos para que no seamos necesarios», dijo, al tiempo que pidió más inversión social sobre todo en empleo y educación, competencia de otra administración- la autonómica- y que, a su juicio, debería ser municipal.