Jóvenes seminaristas jugando a las canicas; La Esperanza procesiona por una irreconocible calle Cuarteles; presos republicanos marchan mientras son contemplados por las nuevas autoridades franquistas; al Camino de Antequera llega el desarrollismo mientras un grupo de niñas miran embobadas a Marisol, la rutilante estrella de cine....

Es más que un libro de fotos. Málaga en el punto de mira. Relato fotográfico del siglo XX, que acaba de publicar la editorial malagueña Arguval, es la constatación de que se puede ofrecer una historia visual de Málaga y de paso, la demostración del papel cada vez más importante que cobra la fotografía para explicar el pasado reciente en España.

Y en el caso de la historia visual de Málaga, «la obra de Arenas es absolutamente imprescindible», reconoce Javier Ramírez, director de la obra y autor de los textos, además de responsable del Centro de Tecnología de la Imagen, la institución dependiente de la Universidad de Málaga, con sede en el PTA, que custodia y mantiene el pantagruélico fondo Bienvenido-Arenas: «Superamos los 450.000 negativos», cuenta Javier, que destaca que de esos negativos han seleccionado algo más de 300, aunque en el libro también hay ejemplos de otros fotógrafos como Osuna o Wandre, un olvidado artista malagueño rescatado por el CTI.

Precisamente el pasado mes de julio, cuando La Opinión visitó este centro, sus trabajadores estaban enfrascados en la documentación gráfica y recuperación digital de los fondos de Arenas, un trabajo del que es responsable Mercedes Jiménez; por eso, Javier Ramírez insiste en que se trata de una obra «en equipo» realizada además de forma desinteresada, sin ninguna percepción económica: «Se hace porque entiendes que merece la pena divulgarlo, lo bueno de este trabajo es que se pueda trasladar a la sociedad».

Málaga en el punto de mira es el tercer libro de fotografías antiguas coordinado por Javier Ramírez, tras Málaga in memoriam y Málaga una visión panorámica. Pero este es el primero en ofrecer esta historia visual de forma programada del siglo XX, con el soporte fundamental del fondo Bienvenido-Arenas, en recuerdo de Bienvenido Guirado y Juan Arenas. El último de ellos fue un fotógrafo sevillano de quien Javier Ramírez ha encontrado su huella fotográfica en años tan tempraneros como 1916 y 1917, cuando todavía era el adolescente Juanito Arenas. «Me hago la idea de este niño que se pone a trabajar con un furia tremenda y se convierte en el gran fotógrafo de Málaga».

Porque no sólo tuvo una carrera provecta (murió en 1978) sino que cubrió todo tipo de eventos, medios de comunicación e instituciones, sin olvidar su estudio fotográfico en calle Santa María, 8. Tras la muerte de Arenas, recoge el testigo en 1982 Bienvenido Guirado, empleado de Arenas desde 1950, que mantiene activo el negocio hasta mediados de los 90.

Por este motivo el director del CTI considera que el archivo de Juan Arenas es «cuantitativa y cualitativamente mejor» que otros considerados de primera categoría que se encuentran en Cataluña. Así lo fundamenta: «Son 75 años de actividad profesional absolutamente diversa tocando todos los palos. Es algo que trasciende lo local porque hablamos de una ciudad importantísima como Málaga, referencial en la cultura española porque aquí surgen el Turismo y las primeras industrias y todo eso tiene su reflejo en la fotografía».

El mural recuperado de Chicano

El libro también ha servido para recuperar una obra perdida. Se trata del mural que un veinteañero Eugenio Chicano pintó en 1959 para la novedosa cafetería Santander, inaugurada en diciembre de ese año en la esquina de la calle Granada con Moratín, y que también incluía un friso de otro jovencísimo Enrique Brinkmann.

El mural de Chicano sufrió con los años las acometidas de una televisión de pared, soporte incluido, y desapareció con la cafetería.

Ha sido precisamente una fotografía de Arenas de ese mural de Chicano, una suerte de alegoría sobre Málaga, lo que ha permitido que el artista malagueño devuelva el color original a la imagen. «Le di la foto, la cogió y la pintó porque tiene una memoria prodigiosa», destaca Javier Ramírez. La foto en blanco y negro del mural está acompañada en el libro por una instantánea a gran tamaño del mural, coloreado de nuevo por el incombustible Eugenio Chicano.

Bloques temáticos

Pero este Relato fotográfico del siglo XX no es, ni mucho menos, una selección aleatoria de imágenes. El libro está estructurado en dos grandes bloques para comprender mejor esta historia visual de Málaga: el primero, centrado en la evolución de calles y barrios de la ciudad y el segundo, un reportaje social en el que los protagonistas son los malagueños.

Además, la obra se acompaña de numerosos anuncios y recortes de prensa de la época. Esto se escribía de la calle Larios en una guía de 1922: «El pavimento de la calle de Marqués de Larios era entarugado y en la actualidad es de asfalto comprimido, construido por una importante casa inglesa. El alumbrado consta de 32 farolas que iluminan profusamente esta vía, a la cual dan también contingente de luz los establecimientos y los casinos que se hallan situados en las plantas bajas de los edificios».

A Javier Ramírez le encantaría coordinar un próximo libro sobre la historia visual de la Costa del Sol del que hay un atisbo al final de esta obra. Por suerte el CTI tiene mucho material. Pero esa ya es otra historia...