Tras la muerte del segundo marqués de Larios en París, en 1895, parece que fue el periodista Nicolás Muñoz Cerisola quien propuso erigirle un monumento por suscripción pública, según cuenta Rafael Esteve Secall en el libro conmemorativo de la exposición en 2011 de Benlliure en Málaga. Ese mismo año, 1895, se constituyó una comisión para erigir el monumento. Estando en Barcelona, a Mariano Benlliure le propusieron participar en el concurso, al que también se sumaron el escultor sevillano Antonio Susillo y el tarraconense Agustín Querol. Ganó la propuesta de Benlliure, quien realizó la obra en la capital italiana. El precio total, 75.000 pesetas abonadas en cuatro plazos.

El lugar elegido para el monumento fue el comienzo de la Alameda Principal, frente a la nueva calle Larios, un lugar privilegiado ocupado entonces por la fuente de Génova, que a petición de los vecinos fue trasladada al otro extremo de la Alameda, cerca del puente de Tetuán.

Sin embargo, la estatua del marqués de Larios no miraría a su calle sino a la Alameda, algo que Rafael Esteve Secall explica debido a la «soterrada competencia entre las tres grandes familias» de Málaga: Loring, Heredia y Larios, de la que sólo quedaban triunfante esta última. La Alameda, símbolo de la oligarquía malagueña, quedaba por fin a los pies del marqués.

En cualquier caso, a mediados de diciembre de 1898 Mariano Benlliure acudió a Málaga para «los últimos detalles para la colocación del monumento», contaba la prensa de la época.

La inauguración tuvo lugar el 1 de enero de 1899 con la asistencia de miles de personas que llenaron la Alameda y en nombre de la familia del marqués, su sobrino político Juan José Fernández de Villavicencio, marqués del Castrillo.

Para la ocasión se levantó un «elegante pabellón sostenido por gruesas barras doradas en forma de lanzones» para las autoridades. Además, también se construyó, acotado por una barandilla de madera, «un ancho recinto destinado al convite y allí vimos muchas elegantes de nuestra buena sociedad». La ceremonia estuvo animada por las bandas de música de los regimientos de Borbón y Extremadura.

La obra, cubierta por unas cortinas azules «a modo de biombo» fue descubierta a las dos de la tarde por el obispo, Juan Muñoz Herrera, que tiró del cordón. En ese momento todos los asistentes se descubrieron la cabeza en señal de respeto. El monumento fue recibido con aplausos y encendidos discursos. La ceremonia terminó con la entrega de una corona de laurel al maestro valenciano por el pintor Martínez de la Vega, en nombre de los artistas de Málaga. El vecino palacio de los Larios, hoy La Equitativa, fue escenario de una posterior recepción.