­Las estafas tecnológicas, es decir, las cometidas a través de internet se han duplicado en apenas dos años debido a la crisis económica, de tal forma que el Servicio de Criminalidad Informática (SCI) de la Fiscalía Provincial de Málaga ha investigado a lo largo del año que acaba de terminar 43 casos de este tipo frente a los 20 de 2012 o los 37 de 2013, posiblemente el ejercicio más duro de la recesión.

Para poner en perspectiva la importancia de este tipo de delitos y la cantidad de tiempo y recursos que le dedican tanto la Fiscalía de Málaga como las unidades especializadas en ciberdelincuencia de la Policía Nacional y la Guardia Civil sólo hay que echar un vistazo a los datos, ya que las estafas supusieron más del 40% del total de procedimientos judiciales en los que intervino el SCI en 2014 -43 de 102-, según explica a La Opinión de Málaga su fiscal delegado en la provincia, Jacobo Fernández-Llébrez Castaño.

De cualquier forma, la tipología de estas ciberestafas es variada, aunque hay dos más usuales que el resto: la del particular que compra cualquier objeto a través de una página web de las muchas que se dedican al intercambio comercial en internet y luego no reciben lo que adquirieron o, por otro lado, el producto está roto o no funciona. La otra estafa habitual es la de una persona a la que una red criminal internacional capta a través de un correo electrónico o porque éste accede a una página web. Allí, bajo la promesa de una oferta de trabajo, se le pide que facilite un número de cuenta bancaria o se le da uno nuevo, se le envía una transferencia y se le reclama que, rápidamente y a través de giros postales -en empresas como Money Gram- vuelvan a transferir esa cantidad. Muchas veces esas sumas provienen de delitos muy graves como la duplicación de tarjetas de crédito, estafas, robos, etcétera...

«En cuanto a las estafas, tenemos muchas: hay gente que compra un objeto y no lo recibe. Eso les pasa precisamente porque no utilizan los medios seguros de internet; luego se ponen en contacto con el vendedor, pero suele terminar mal este tipo de procedimientos, porque tenemos que acudir a enviar comisiones rogatorias a otros países, porque no se conoce el autor», dice.

Productos rotos

Motos, pantallas de televisión o móviles que un particular anuncia en una página web son los productos más habituales, y muchos de ellos llegan en condiciones lamentables a sus compradores. El comercio electrónico, al final, no deja de ser una extensión cibernética del tradicional, por lo que también hay que tener cuidado al adquirir cualquier producto en la red de redes.

Así, buenas ideas pueden ser restringir estas compras al mínimo y, si se hacen, operar con compañías solventes con sitios web profesionales y oficinas físicas con teléfono y correo electrónico a los que poder reclamar.

«Se aprovechan de la gente»

En cuanto al segundo tipo de estafa más habitual, el fiscal Fernández-Llébrez recuerda que a este tipo de delincuentes se les llama muleros. «Se aprovechan de la desesperación de la gente: se pide a alguien su cuenta corriente, los delincuentes lo visten como un contrato de trabajo, envían una transferencia ilícita y la persona debe sacarla por Money Gram a otro país, de forma que cooperan en un delito de blanqueo o de estafa»,precisa.

El fiscal reconoce que es fácil «comprobar que se ha cometido un delito de blanqueo por imprudencia, aunque hay algunos a los que no hemos acusado porque colaboran, facilitan los datos o tenían sospechas de que estaban incurriendo en un delito. A lo mejor la transferencia no se ha recibido, pero sí vamos a por el que lo ha hecho varias veces o mira para otro lado, porque la víctima tiene derecho a cobrar su dinero».

En muchas ocasiones, esas sumas provienen de delitos graves y las organizaciones están radicadas en países del este de Europa como Rumanía, Letonia o Lituania, a los que se envían los giros postales, se utilizan testaferros para mover las cuantías y las web están domiciliadas en estados de la antigua Unión Soviética e incluso en Estados Unidos. La persecución de estos delitos es dificultosa.

Estafas informáticas

También son habituales las estafas bancarias tales como el phising -hacerte con el número privado de una tarjeta de crédito a través de mensajes electrónicos- y el pharming -simular la página de un banco para que un usuario opere a través de ella-. De hecho, esto ha creado desde 2009 verdaderos problemas a las entidades financieras, porque el nivel de tecnificación de los delincuentes es muy importante y las páginas son idénticas a las reales. Ello hace muy complicada la investigación de estos ilícitos.