En esta segunda década del siglo XXI el antiguo Cementerio de San Rafael, cerrado en 1987, está volviendo curiosamente a los orígenes. Porque las obras de remodelación -primera fase- siguen adelante y los movimientos de tierra y la práctica eliminación de toda la tapia, levantada allá por 1902 y escenario de los terribles fusilamientos de la Guerra Civil, le han vuelto a dar el aspecto de un hermoso campo arado, sólo que flanqueado por hileras de cipreses que recuerdan las calles del desaparecido camposanto.

El Cementerio de San Rafael era conocido como el Batatal; allí iban a dormir el sueño eterno los malagueños que, normalmente, no nadaron en billetes durante su vida terrena -los malagueños con posibles iban a San Miguel-. La denominación de batatal entronca además con sus orígenes agrícolas, no sólo por la irregularidad del terreno.

Por eso, queda claro este regreso a los orígenes, a los tiempos en que era un campo abierto, si recordamos que cuando el Ayuntamiento compró las tierras del futuro cementerio en 1866, esta parcelita era conocida como el Haza del Garabato o Corral de las Vacas. Y no hay que olvidar que el Camino de San Rafael, trazado en 1868 -el año de la Revolución Gloriosa- para comunicar Málaga con tan alejados andurriales, tuvo que atravesar el Prado de Doña Justa.

Ahora, viendo estas suaves lomas con cipreses y la tierra, con apariencia de haber sido arada, parece que retrocedemos un siglo y medio. En la parte derecha del cementerio todavía se levanta el modesto mausoleo a los militares muertos de la Guerra de África, aunque todo apunta a que será trasladado cuando empiece a diseñarse el futuro parque de San Rafael.

Las máquinas, mientras tanto, acababan esta semana con los últimos metros de tapia aunque no con toda. Fuentes municipales subrayaron ayer, como ya anunció el Ayuntamiento el pasado otoño, que la portada, con los dos lienzos de muro y la cancela -diseño centenario del arquitecto municipal Tomás Brioso- seguirá en pie para respetar el deseo de Asociación de la Memoria Histórica, aunque no hacía falta, hubiera bastado un mínimo de lógica para concluir que había que respetar la entrada del camposanto, el que llegó a albergar la mayor fosa común de España, que se dice pronto. Ahí está, justo al lado, la pirámide con los restos de 4.500 fusilados porFranco. Por cierto que el horario diario de apertura es de 11.30 a 14.30.

Y en el extremo izquierdo del parque, cerrado con tapias blancas y cuajado de cipreses, permanece el cementerio judío, donde no se entierra desde 1987 pero es la única zona del camposanto que continuará por un motivo religioso: la tradición judía estipula que los cadáveres no pueden trasladarse.

Que en esta zona de Málaga donde conviven viviendas y naves industriales vaya a surgir un parque con tanta historia es una magnífica noticia. Ya se puede apreciar el cambio.