Encarnación Salazar tenía dos hijos de17 y ocho años y en octubre de 2007 se sometió a una liposucción en un hospital privado malagueño. Cinco meses después murió en el Hospital Regional Carlos Haya por una perforación de intestino. El cirujano que la operó defendió ayer, en el juicio que se sigue contra por un presunto delito de homicidio imprudente, que no cometió negligencia médica alguna.

El Juzgado de lo Penal número 6 de la capital acogió ayer el juicio. El fiscal pide en sus conclusiones provisionales dos años y medio de prisión y una indemnización para sus herederos de 240.00 euros.

En la declaración, el facultativo negó mala praxis, y, aunque recalcó que lo habitual tras una operación de estas características es sufrir fuertes dolores, la mujer mejoraba en el momento en el que se le daban analgésicos.

Así, el cirujano plástico mantuvo que el tratamiento postoperatorio fue el correcto y que evolucionó bien durante cinco días, pero luego la mujer empeoró, y fue en ese momento cuando se le detectó la perforación en el estómago. Acabó muriendo el 1 de abril de 2008 por una peritonitis. Sin embargo, el doctor precisó que esa no fue la causa del fallecimiento de la mujer.

La acusación particular insiste en que los métodos no fueron los adecuados, y que la fallecida no debería haber permanecido en la clínica Pascual, donde fue operada, tanto tiempo, y que su traslado a Carlos Haya tuvo que haberse realizado antes. En su opinión, los cortes que sufrió en el intestino durante la operación acabaron provocándole a Encarnación Salazar una perforación de intestino y la muerte por peritonitis. En la clínica fue operada en tres ocasiones más.