­El cabo del Ejército de Tierra Francisco Javier Soria Toledo, malagueño de 36 años, se encontraba en un puesto de vigilancia en la aldea de Ghayar, una zona fronteriza entre Israel y Líbano denominada Blue Line donde están situadas las tropas de la ONU, cuando su posición recibió un bombardeo de tropas israelíes, cuya intención era atacar a Hezbolá en respuesta a un ataque matutino en el que murieron dos soldados y hubo siete heridos. El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, aseguró que las autoridades israelíes le trasladaron sus condolencias y disculpas, aunque añadió que ha solicitado a la ONU una investigación «inmediata, exhaustiva y completa». El ministro de Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, señaló a Hezbolá y al Gobierno libanés como los responsables de la muerte de Soria.

El portavoz de las Fuerzas de la ONU para el Líbano (FINUL), Andrea Tenenti, afirmó que están investigando las circunstancias del fallecimiento porque se desconocía si el militar español murió «por fuego israelí o libanés». Según la FINUL, el cabo falleció como consecuencia de las heridas sufridas en el curso de esos incidentes pero recalcó que la causa de su fallecimiento era imprecisa y que proseguían las investigaciones. La Agencia Nacional de Noticias (ANN) libanesa informó de que varios cohetes israelíes impactaron contra las inmediaciones de las zonas de Al Mayedia, Kafar Shuba, Al Abasiya y Al Uazani, todas ellas ubicadas en el sur del territorio libanés y feudo de Hezbolá. Estos ataques se produjeron después de que la milicia chií libanesa lanzara misiles contra un convoy israelí en la disputada zona de las granjas de Chebaa, ocupadas por Israel, y un proyectil de mortero alcanzara una posición militar. La agencia informó de que hacia las 11.30 hora local (09.30 GMT) cinco cohetes fueron lanzados desde la región de Al Uazani y que la artillería israelí respondió. Fue hacia las 13.30 hora local (11.30 GMT) cuando otros cinco cohetes fueron lanzados desde la región de Kafar Shuba hacia Israel, que volvió a responder a los ataques. Las fuerzas armadas israelíes confirmaron que dos de sus soldados murieron y otros siete resultaron heridos en el ataque al convoy, que fue reivindicado por Hezbolá. El grupo chií destacó que la facción de los llamados Mártires de Al Quneitra, con la que está vinculado, perpetró el ataque y destruyó varios vehículos de la caravana en «las granjas libanesas ocupadas».

Israel había reforzado en los últimos días su presencia militar en la frontera con esos dos países ante el aumento de la tensión. El 18 de enero, un ataque israelí causó la muerte de al menos seis miembros de Hezbolá y de un comandante iraní de los Guardianes de la Revolución en la provincia siria de Quneitra, vecina de los Altos del Golán, también ocupados por Israel en 1967.

Desde entonces, en esa zona se han sucedido ataques de uno y otro lado. Tras la cadena de ataques de ayer, la aviación de Israel sobrevuela el sur del Líbano de forma «intensa» y, según las fuentes, continuó bombardeando esporádicamente los alrededores de las aldeas de Al Uazani y Al Gayar.

Ante esta situación, la coordinadora especial de la ONU para el Líbano, Sigrid Kaag, expresó su «profundo pesar» por el deterioro de la situación en el sur del país. «Instamos a todas las partes a la contención para evitar cualquier acción que pueda desestabilizar aún más la situación», afirmó Kaag, al tiempo que recomendó a todas las partes «cumplir sus obligaciones en conformidad con la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU». Ese texto puso fin a la guerra entre Israel y el grupo Hezbolá de 2006, que en 33 días dejó 1.200 muertos del lado libanés y 164 israelíes.

El contingente español se encarga de mantener el control del sector Este del sur del Líbano desde 2006.