De Nelson Mandela a Isabel la Católica o de John Fitzgerald Kennedy a San Francisco de Asís. Importantes personajes históricos, cada uno dentro de una época distinta pero con algo en común: la capacidad de liderar e influir sobre el resto de personas. Gonzalo Martínez de Miguel y Nacho Soriano, estudiosos de la materia, acercan las historias de varios líderes carismáticos, analizan su forma de actuar e invitan a la reflexión sobre el liderazgo personal en Huellas de Gigantes (Infova).

¿Cómo han encajado a personajes, a priori tan dispares, en un mismo libro?

Nacho Soriano: Porque todos han tenido una capacidad excepcional para influir a las personas, y eso nos maravilla. Queríamos saber su capacidad de ilusionar a la gente. La idea del libro es qué podemos aprender de la Historia que nos sirva en el día a día. A través de siete perfiles, siete maneras de ser líder ver a cuál nos apetece más seguir, con cuál nos sentimos más identificados.

Gonzalo Martínez: El liderazgo es capacidad de influir, la finalidad del libro era preguntarnos la gente que más ha influido en el mundo, desde qué lugar lo han hecho. Buscamos elementos singulares que han marcado el estilo de liderazgo de cada uno para ver si hay elementos comunes.

¿Se confunde ser un líder con ser mandón?

N. S.: Ser mandón o ser autoritario es ser un jefe y eso es sencillo. Ser un buen jefe es ser un líder.

G. M.: Liderar es la capacidad de influir de forma no coactiva. En cuestión de liderazgo lo esencial es la función de servicio público. Si tuviésemos que definir el liderazgo en tres principios diría que son integridad, vocación de servicio y capacidad para inspirar.

Parecen términos fáciles de asimilar, pero ¿se ponen en práctica?

G. M.: Sí, parece fácil. A Kennedy le decían que era «alegre y repartido con las mujeres», pero cuando le preguntaban por su comportamiento con las mujeres, él decía que así se comportaban los hombres de poder. Los que lideran llegan a pensar que hay una ética propia para la gente con poder.

El líder, ¿nace o se hace?

G. M.: Se elige. Muchos de los grandes líderes que hemos conocido han trabajado mucho su liderazgo.

N. S.: Por ejemplo, San Francisco de Asís no quería ser líder, pero ve que en una vida de pobreza extrema la gente empieza a seguirle, entonces se convierte en líder sobre la marcha. Empieza a desarrollar una serie de ideas de cómo debe ser un buen líder, pero nunca lo quiso ser.

Parece que ahora hay que mirar atrás para encontrar líderes que ilusionen.

G. M.: El último líder vivo admirable era Mandela. Una vez reconocido su liderazgo dijimos, ¿ahora qué grandes líderes universales tenemos? El Papa pinta bien, pero lleva poco tiempo.

N. S.: También es verdad que cada vez es más complicado ser un líder, cada vez la sociedad pide más. No es lo mismo ser un líder en época romana cuando bastaba con hablar bien, tener dinero y buenas habilidades sociales que ahora con una sociedad cada vez más educada y conectada.

¿De qué forma han combinado sus respectivos trabajos para este libro?

N. S.: Yo defiendo que la Historia es aplicable a la vida actual, un recordatorio vivo de decisiones tomadas y de las consecuencias de esas decisiones. En esa línea, hace ya años que trabajo con Gonzalo.

G. M.: A las empresas, que es con quien más trabajo, les interesa la conquista del espacio, cómo el hombre va a la luna y vuelve. De eso se puede aprender mucho, hay patrones de comportamiento muy inspiradores. Este proyecto empezó hace seis años en una conferencia sobre el liderazgo a través de la historia, decidimos convertir esto en libro y tres años después hemos conseguido hacerlo.

¿Cuál ha sido la evolución del liderazgo en cuestión de género?

N. S.: La relevancia de la mujer ha sido menor pero su liderazgo ha sido tremendo. Nosotros ponemos el caso de Harriet Tubman, esclava, negra, analfabeta y poco agraciada en la Norteamérica del siglo XIX. Con esas circunstancias la habrían descartado, en cambio, los soldados se cuadraban ante ella y la llamaban «General Tubman». Una persona con una capacidad de liderazgo tan brutal acaba destacando en cualquier circunstancia.

G. M.: Además, ella decía que lo bonito de la libertad era conquistarla para otros. Para mí, eso resume mucho la vocación de servicio, buscar un objetivo pero para los demás. Nosotros defendemos que no hay diferencia de género en el liderazgo.

El prólogo de su libro lo firma Vicente del Bosque, ¿es el deporte cuna de líderes?

N. S.: Muchas de las personas más influyentes del mundo son deportistas, inspiran con sus hazañas y espíritu de superación. A nosotros nos encantó Vicente del Bosque, es el prototipo de liderazgo centrado en los objetivos pero que también cuida mucho a las personas.

G. M.: Es interesante que los grandes deportistas tienen más seguidores en twitter que un premio Nobel o que cualquier líder político. A Iker Casillas y a Xavi Hernández le dieron el Príncipe de Asturias, además de lo deportivo, porque son un referente de comportamiento e integración. Igual que Pau Gasol o Rafa Nadal.