Hace ya varios años que los vecinos del Cerrado de Calderón tienen que convivir desde finales del invierno con estas orugas que proceden de la familia de los lepidópteros.

El director de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez, afirma que en octubre aplicaron un tratamiento preventivo que surtió poco efecto debido a las lluvias de los posteriores días. Hace dos semanas volvieron a fumigar la zona, a pesar de que el barrio del Cerrado de Calderón no todos los espacios son públicos, habilitando un presupuesto de 8.500 euros para paliar la plaga en los pinares del distrito.

«Nosotros estamos fumigando las zonas públicas, pero hay zonas privadas a las que nosotros no llegamos, donde hay bolsas de procesionarias. Hay que concienciar a esas zona privadas», advierte Javier Gutiérrez.

En el resto de distritos, como por ejemplo en Churriana, donde existen fincas privadas, se han aplicado tratamientos tanto preventivos como curativos, pero admite que en la zona del Cerrado de Calderón no funcionan.

Por su parte, Victoria López, vecina del Parque del Morlaco, admite que el Ayuntamiento está haciendo caso omiso a los residentes del Cerrado de Calderón: «Solo actúan cuando están todo el día llamando por teléfono y quejándose o cuando la noticia tiene repercusión en los medios», afirma esta vecina.

En su zona existen dos parques para perros y un lugar donde los niños procedentes de diferentes colegios realizan actividades de orientación donde se ubican una gran cantidad de pinos, lugares en los que sí se han producido las labores de fumigación debido al gran tránsito de animales y niños que rondan la zona durante el día. A pesar de ello, en el resto de la zona del Parque del Morlaco sí que existe una gran plaga de las procesionarias, nos cuenta esta vecina.

La oruga procesionaria está rodeada por unos «pelillos muy urticantes» que provocan reacciones alérgicas fuertes. En muchas ocasiones, no hace falta tener contacto con la oruga para sufrir una reacción. El propio viento expande estos pelitos, llamados tricomas, que llega a las personas.

Ya durante la plaga del año pasado, el doctor Barceló, alergólogo y jefe de servicio del Hospital Parque San Antonio, comentaba que tener la presencia de las procesionarias cerca no produce graves daños físicos a las personas, siendo peor la molestia que causa que los daños en la salud que puede llegar a producir.

El colectivo de los alérgicos es al que más atención hay que prestarle, ya que un mínimo contacto con la oruga hace que se agrave más su enfermedad debido a su efecto meramente urticante, por lo que aumenta la irritación de la piel, sumado a que la llegada de la primavera acentúa más aún los síntomas.

El doctor Barceló indica que el tratamiento es muy similar al que se suministra a los pacientes de la alergia común.

Los niños son también un grupo muy afectado por esta plaga. Los pequeños tienden a curiosear mucho y la defensa de esta oruga es atacar ante cualquier situación de peligro.

Los animales corren también un grave peligro, ya que su instinto les lleva a olfatear todo lo que ven e incluso a metérselo en la boca, lo que les produce serios daños en la boca y el hocico, como la necrosis, enfermedad con la que pueden perder parte de la lengua. La escasa lluvia y el excesivo calor del pasado año podrían haber agravado la situación, según el director de Parques y Jardines.

@miquintaavenida