El año 2015 puede ser histórico para Zamarrilla. No porque presente importantes estrenos patrimoniales o porque la corporación celebre algún aniversario de relevancia. Este Jueves Santo puede ser el último como cofradía intervenida por la diócesis. La junta rectora de la hermandad está a la espera de que el Obispado les devuelva sancionados los estatutos que ya aprobó el cabildo extraordinario celebrado el pasado mes de enero, un trámite imprescindible, para poder convocar elecciones, que en todo caso se celebrarán antes de que acabe 2015.

El presidente de la rectora de Zamarrilla, Francisco Díaz, explica que en estos dos años que lleva al frente de esta hermandad trinitaria las aguas han vuelto a su cauce después de casi diez de marejada. «Percibo que en la cofradía se está respirando bien», sostiene.

Zamarrilla fue intervenida por el Obispado de Málaga en 2005. Al frente de la corporación puso una comisión rectora para normalizar la situación de la cofradía tras uno de los episodios más estrambóticos que se recuerdan, y que obligó a la junta de gobierno que entonces presidía Carlos Rueda a dimitir en pleno. El prestigioso abogado malagueño Juan García Alarcón cogió las riendas durante siete años. Pero después de todo este tiempo, las heridas en la hermandad seguían abiertas y los distintos directores espirituales aconsejaban al Obispado que no era el momento de convocar elecciones. Tanto tiempo estuvo García Alarcón al frente de la cofradía que presentó su renuncia al Obispado sin haber terminado el objetivo.

Después de presentar las obras de restauración de la ermita de Zamarrilla, dejó su cargo en manos de Francisco Díaz, nuevo presidente de la rectora, elegido por la Autoridad Eclesiástica. Era julio de 2012.

La salud de la cofradía aún no se había recuperado y continuaba el mal de fondo a pesar de esos siete años. La prueba se evidenció en un cabildo en el que los hermanos tumbaron la propuesta de reforma de estatutos que presentó la rectora. Además, sólo el rumor de una posible convocatoria de elecciones puso sobre la mesa la posibilidad de que se presentaran tres candidaturas distintas, demostrando que aún existirían fisuras en el seno de la corporación.

La situación es distinta en la actualidad, según explica Francisco Díaz. «Yo sobre todo me alegro por la cofradía. En este tiempo hemos conseguido que todos rememos en la misma dirección», reconoce. «En este momento vivimos una gran unidad en la hermandad y sobre todo la intención de hacer bien las cosas», señala el presidente de la junta rectora, quien insiste en que durante el tiempo que lleva al frente de la cofradía «he trabajado por que finalmente se presente una única candidatura». «En eso me estoy dejando la piel, aunque nunca se sabe qué puede pasar al final», añade Díaz. «Sean las que sean las opciones que concurran a este futuro cabildo, de lo que sí estoy seguro es que no habrá ningún tipo de problemas», concluye.