No hace muchos días -el 21 de enero- se me puso la carne de gallina al leer la aprobación por parte de la Junta de Andalucía de la ley de apoyo a las víctimas de la represión, que establece entre otras cosas, un plazo de dieciocho meses para la retirada de símbolos franquistas. No sé si dentro de ese periodo de tiempo -o sea, hasta el 21 de junio de 2017- el Gobierno andaluz en manos del PSOE con el apoyo o no de los demás partidos con representación parlamentaria llevará a cabo la ley o dará marcha atrás. Pero si el fatídico 21 de junio sigue como están las cosas, Andalucía, evocando a Alfonso Guerra, no la conocerá ni la madre que la parió.

Si el franquismo debe ser eliminado de raíz y no quede ni la menor estela de su vigencia, para abrir boca, nos quedaremos sin las pagas del 18 de julio (ahora paga de Verano) y de Navidad (ahora de Invierno), con lo que mi economía se vería duramente castigada; nada menos que dos pagas menos cada año de lo que me quede de vida.

Demolición del Carlos Haya

De acuerdo con la ley aprobada se procederá a la demolición del Carlos Haya (hoy Hospital Comarcal) tanto del pabellón A como del B, porque ambos fueron construidos en la época que hay que borrar de la Historia.

Tendríamos los malagueños que apañarnos con el Hospital Civil San Juan de Dios, con la Casa de Socorro del Llano de Doña Trinidad y el Hospital Noble, de donde habría que desalojar a Emasa con sus nuevas y abusivas tarifas del agua porque se construyeron antes de la época a borrar del mapa. Y de paso, adiós al Materno Infantil. Los niños de Málaga, en lugar de llegar al mundo en el citado centro hospitalario, volverían a venir de París en una toquilla sostenida por el pico de una cigüeña, que es mucho más poético que una sala de partos entre gritos y jadeos de las parturientas.

Una caravana de excavadoras, retroexcavadoras, bulldozers y tractores invadiría el campus universitario para arrasar las facultades, escuelas e instalaciones de la todavía joven UMA de Málaga, obligando a los estudiantes (los que fueran hijos de papás ricos) a matricularse en las universidades de Granada y Sevilla, porque la de Málaga se creó durante la dictadura a olvidar y las otras más cercanas son anteriores. Los terrenos allanados volverían a ser huertas, campos de cultivo y porquerizas para cebar cerdos alimentados por las basuras orgánicas de los hogares de los señoritos pudientes.

Al terminar los bulldozers la tarea de eliminar todo rasgo del franquismo en la Universidad y dejar los terrenos como si hubieran pasado las legiones de Don Limpio y Fairy, toda la maquinaria aniquiladora se trasladaría a la barriada de Carranque para demoler, primero, la iglesia de San José Obrero, y después las 2.161 viviendas distribuidas en edificios y casas de una sola planta, aparte los 127 locales comerciales, el mercado y la desaparición de los rótulos que dan nombre a las calles, nombres de advocaciones de vírgenes. Ni piedra sobre piedra. Más de medio millón de metros cuadrados para un nuevo uso y que una nueva ley de la Junta de Andalucía decidiría en su momento con el apoyo de Podemos, Ganemos, Izquierda Unida...

Se acabó la Seguridad Social

La Seguridad Social sería desmantelada con miles de funcionarios despedidos, médicos en paro, centros de salud abiertos pero sin personal, jubilados sin percibir pensión alguna. Solamente asistencias médicas y quirúrgicas a los poseedores del papel del pobre que antaño se facilitaba a los que carecían de medios para pagarse los servicios médicos. Nada de operaciones de cataratas, ni cambios de sexo, trasplantes, vacunaciones... La botica de Don Bonifacio en la calle San Juan volvería a ser el paño de lágrimas de parte de la población porque cobraba lo mínimo por sus potingues que curaban o aliviaban un poquito.

¡Fuera pantanos!

La pesada maquinaria se pondría en marcha hacia el Valle del Guadalhorce para proceder a dinamitar de forma controlada las presas de los ríos Guadalhorce y Guadalteba, pantanos que llevan el marchamo del antiguo Jefe del Estado. Se conservarían la presa de El Chorro, sobre el río Turón porque se construyó durante el reinado de Alfonso XIII. Eso sí, las obras de reconstrucción del Caminito del Rey seguirían su curso porque es una iniciativa del siglo XXI.

Pero tendrían que proceder a similares acciones en las presas de La Concepción sobre el río Verde dejando sin agua a la Costa del Sol Occidental, la del río Guaro o La Viñuela con un adiós a las plantaciones de aguacates y mangos de la Costa del Sol Oriental y de paso llevar la maquinaria o la dinamita a lomos de mulos y asnos hasta Cuevas de San Marcos para hacer lo propio con el pantano de Iznájar. La presa del Limonero también tendría el mismo final, propiciando la vuelta de las grandes riadas del Guadalmedina que datan, según documentos, del año 1434.

A Torremolinos y Fuengirola, en autobús

El primer paso que ya se dio hace unos años cuando se retiró el nombre de Jesús Santos-Rein de la avenida construida en Fuengirola cuando culminaron los trabajos de construcción del ferrocarril Málaga-Torremolinos-Benalmádena-Fuengirola.

Santos Rein fue el promotor de esta importante obra en su etapa de director general de Ferrocarriles de Vía Estrecha. Otro vestigio del pasado a olvidar.

Los túneles entre el inicio y el final de la línea se podrían rellenar o, para ahorrarse los trabajos de extracción de piedras de las canteras de Alhaurín de la Torre y Mijas para taparlos, destinarlos a discotecas, bares de copas, sede de botellones... y cubrir así lo que demanda la sociedad actual.

La carretera de Los Montes

La carretera de las Pedrizas, que fue pieza fundamental para facilitar el acceso a Málaga un tanto aislada por su compleja orografía, se cerraría al tráfico porque las obras se iniciaron por el ministro de Obras Públicas don Federico Silva Muñoz y finalizaron e inauguraron por su sucesor en el cargo don Gonzalo Fernández de la Mota, los dos, en etapas diferentes, miembros del Gobierno presidido por Franco.

Vuelta a la carretera de Los Montes, con su estrechez, sus rampas, sus cerradas curvas que obligaban a los conductores de los autobuses Alsina-Graells en la llamada curva de Las Matanzas y otras a maniobrar metiendo la marcha atrás para poder seguir el recorrido, sin olvidar las típicas ventas donde se servía, y sirven hoy para satisfacción de los malagueños, los famosos platos de los montes, con sus huevos fritos, lomo en manteca, chorizo y el inimitable vino dulce más conocido por vino de los montes, porque montes es el denominador común de toda la zona.

¡Abajo el Palacio de Congresos!

A Torremolinos le quitaríamos de un plumazo el Palacio de Congresos, una iniciativa de la Cooperativa de Promotores de la Costa del Sol, que contó con el apoyo del Ministerio de Información y Turismo, a la sazón regido por Manuel Fraga Iribarne. ¡Lagarto, lagarto! Fue una de las actuaciones más aplaudidas por el mundo del turismo, zona elegida por empresas y colectivos españoles y extranjeros para presentar proyectos, celebrar congresos, conferencias, simposios, la Semana Internacional de Cine de Autor de Benalmádena y de toda clase de eventos.

No todo se hizo antes

Como no quiero ser tachado de carca, retrógrado o reaccionario reconozco que después de la Transición y hasta el día de hoy se han llevado a cabo en nuestra ciudad y provincia realizaciones no afectadas por la Ley de apoyo a las víctimas del franquismo, obras magníficas que han cambiado para mejor nuestra existencia.

El AVE, las autovías, las autopistas, la ampliación del aeropuerto, el puerto, la sanidad, los servicios públicos, los colegios públicos, la restauración de monumentos incluidos conventos e iglesias, centros de salud, pensiones revisadas al alza, mejores carreteras, centros de cultura, hogares de pensionistas, parques, zonas de recreo y expansión, ayuntamientos democráticos con sueldos a los concejales que antes no percibían nada por su labor, mercados de abastos dignos, transporte público de calidad, incluido el metro en una primera fase... y mil cosas más que se han llevado a cabo después de la etapa que hay que eliminar de los libros de Historia, de los libros de texto, de la memoria de los ciudadanos que la vivieron, de los que conocen de referencia...

¡Ah! Se me olvidaba: la recuperación de Picasso es de esta época. Una baza más para los nuevos tiempos.

Cuando me solicitan de vez en cuando mi currículo profesional anoto que durante cuarenta y tres años de mi vida, o sea, toda mi vida laboral, formé parte de la nómina de Radio Nacional de España..., fundada por el franquismo. No pienso tachar esa referencia... ¿O me censurarán por ello?

*Guillermo Jiménez Smerdou es exlocutor de Radio Nacional de España