­La Fiscalía de Málaga pide veinte años de cárcel para cada uno de los dos acusados, de origen irlandés, de asesinar brutalmente a golpes y pinchazos de cuchillo a un compatriota por un negocio ilícito frustrado. Asimismo, el acusador público reclama una indemnización de 300.000 euros para la madre del fenecido y una pena de diez días de localización permanente por una falta de hurto, cometida presuntamente al llevarse el móvil del perjudicado, valorado en 84 euros.

Así, según consta en la calificación, Wayne A. L. y Brian P. C., ambos irlandeses, acudieron a las diez de la mañana del 21 de abril de 2010 al domicilio de Paul M. F., quien convivía con su pareja sentimental en la calle Abedules de Benalmádena.

Explica el fiscal que ambos procesados se pusieron de acuerdo para visitar a su compatriota con el fin de recriminarle «el hecho de haber perdido cierto negocio ilícito que habían estado preparando en los días previos».

Llamaron al portero electrónico sin identificarse de ningún modo, aunque la novia de su compatriota les abrió sin mayor problema, relata el acusador público, y los procesados accedieron al portal de la vivienda y, luego, pudieron subir con toda tranquilidad al piso, que además tenía su puerta parcialmente abierta. Antes de entrar, de cualquier forma, habían cubierto sus rostros con un pasamontañas para ocultar su identidad.

Una vez dentro de la casa, se dirigieron a Paul, que se hallaba en el salón, y Brian P. C. comenzó a discutir con él. Durante la refriega verbal, W. A. L. cogió un cuchillo de la cocina. El arma tenía, siempre según hace constar el acusador público en el escrito de acusación, una hoja de sierra de 10 centímetros y se dirigió hacia el perjudicado, «amenazándole y realizándole con la navaja dos heridas de tanteo en el cuello».

Acto seguido, los dos acusados, «de común acuerdo y con pleno conocimiento de que su acción podía llegar a ocasionar la muerte a Paul, le golpearon brutalmente durante un tiempo aproximado de una hora, propinándole de forma reiterada patadas y puñetazos en la cabeza y por todo el cuerpo, hasta que cayó al suelo, donde continuaron pegándole y haciéndole cortes con el cuchillo en la testa».

Cuando la víctima tenía aún vida, aunque se hallaba maltrecha, le asestaron «44 pinchazos con el cuchillo en la espalda, además de realizarle varios cortes en la misma zona y en las piernas, aumentando así de forma consciente y deliberada el dolor físico y el sufrimiento psíquico de Paul M. F.». Uno de esos pinchazos le atravesó la espalda alcanzando una profundidad de tres centímetros.

Luego, los acusados se marcharon de la casa y se hicieron con un móvil valorado en 84 euros. El perjudicado se quedó en el piso y murió a las once y media de la mañana debido a un traumatismo craneoencefálico severo, con una hemorragia cerebral y daño con edema en la misma zona, «originados directamente por las brutales patadas y puñetazos que recibió en la cabeza».

El fiscal ha calificado los hechos como un delito de asesinato en el que concurren la agravante de disfraz y abuso de superioridad. El acusador reclama para cada encausado 20 años de prisión además de la indemnización.