Muy cerca de lo que se llamaba entonces Plaza de Riego, y luego de la Merced, en la antigua huerta de los frailes mercedarios y a espaldas del que fue convento del mismo nombre, se construyó un circo llamado de la Merced que fue inaugurado en 1861.

En nuestra ciudad existía desde 1793 el Teatro Principal, y el Teatro-Circo de la Victoria a partir de 1844. Este nuevo teatro-circo venía, pues, a quedar a medio camino entre los ya existentes. Era un edificio de madera, descubierto, cuyos planos y dirección se debieron al arquitecto José Trigueros. La idea principal del proyecto era hacer un circo ecuestre con un escenario para pantomimas. La entrada principal estaba situada por la Callejuela de San Juan de Letrán; también tenía otras puertas laterales por la calle de los Frailes.

Por los datos recogidos en una Guía de la época, sabemos que se trataba de un gran caserón destartalado en forma circular, «encajonado entre una iglesia y el respaldo de una calle», con entrada por una estrecha callejuela, sin esbeltez y sin ninguna vista. Estaba precedido de un ancho patio donde paraban los carruajes que se acercaban para asistir a sus funciones. La arquitectura de su fachada no ofrecía nada notable. Tenía dos puertas que daban entrada a los correspondientes bajos y otra lateral desde donde arrancaba la escalera que conducía a la galería alta. Al patio se entraba por una puerta situada frente por frente al escenario.

En el interior, al principio, el aforo se distribuía de la siguiente manera: una planta baja o galería de patio, con gradas rodeada por dieciséis palcos en semicírculo; un primer piso con veintitrés palcos y dos de proscenios. Además de funciones teatrales, en su recinto se celebraron ejercicios gimnásticos, acrobacias, y números ecuestres, de ahí la denominación de circo.

El 26 de mayo de 1861 Juan Ortiz, como gerente de la citada empresa, decía en un escrito dirigido al alcalde, que teniendo necesidad de abrir una puerta de entrada al Jardín y Circo de la Merced, en la tapia que daba a la calle de San Juan de Letrán, presentaba el plano firmado por el maestro de obras, José Mapelli, solicitando el oportuno permiso. Al mismo tiempo, también decía necesitar regularizar otra puerta de menor importancia en la calle de los Frailes para «el uso del circo». El arquitecto municipal, José Trigueros, después de estudiar el plano adjunto, daba su aprobación al proyecto.

Ya hemos dicho que al principio el Teatro-Circo era descubierto; el verano de 1861 colocaron unos toldos, y ya en el año 1862, pensaron instalar una techumbre de hierro en el patio del local.

El arquitecto

Así, el Ayuntamiento en marzo de dicho año de 1862, conocedor de que los propietarios estaban instalándolo sin personal adecuado, envió al arquitecto municipal para que informase; éste, José Trigueros, el 22 de marzo decía que había pasado a reconocer el estado de seguridad de su techumbre, y había visto que en el patio existía un andamio construido para la instalación de una cubierta de hierro, que al parecer, se había empezado a armar, y según le explicó el propietario Francisco Piñeiro, al tener que estrenar una función ya anunciada, y no teniendo tiempo de construirlo, resolvió quitarla, desarmándola, y en su lugar colocar los toldos que había tenido el verano anterior.

Sin embargo, la idea de cubrir el teatro seguía latente, y por ello, los propietarios del local, conociéndose ya la noticia de la próxima venida de la reina Isabel II a nuestra ciudad en el mes de octubre, solicitaron permiso para construir un segundo piso y cubrirlo.

El 24 de agosto de 1862 el gobernador dirigía un oficio al alcalde trasladando la Real Orden de S. M. la reina, autorizando a los señores Francisco Piñeiro y Enrique del Pino, propietarios del Teatro-Circo de la Merced, para levantar un segundo piso y edificar la cubierta prevista en dicho teatro. Las obras deberían hacerse bajo la inmediata inspección del arquitecto provincial.

Este segundo piso, una vez concluido, tendría: dieciséis palcos laterales dejando al centro unas gradas o cazuela. Las oras se realizaron rápidamente con objeto de comenzar las representaciones teatrales con la venida de S. M. la reina, construyéndose además un tercer piso, llamado gallinero o paraíso con bancos, y un antepecho con una barandilla de hierro.

El 17 de octubre de 1862 se inauguró con el nuevo nombre de Príncipe Alfonso, con la presencia de la reina. La representación fue todo un acontecimiento, celebrándose una función de gala en su honor. Se representó El trovador, actuando Albertoni y el barítono Pacini. Se bailó también, al final de la noche, La sal malagueña.

A partir de este momento, el teatro alcanzó una gran importancia, y en el poco tiempo que estuvo funcionando sostuvo una gran competencia con los otros teatros malagueños.

Tras los sucesos históricos de la revolución de 1868 -expulsión de la reina Isabel II-, pasó a llamarse Teatro de la Libertad. Este teatro fue destruido por las llamas de un incendio en las primeras horas de la madrugada del día 20 de marzo de 1869. Al día siguiente no quedaban más que un montón de ruinas del edificio teatral que, aunque solo había permanecido ocho años, había conseguido tener una gran solera entre los aficionados malagueños. Desde su desaparición se pensó que había que construir otro nuevo que llenase el vacío que había dejado el Príncipe Alfonso; y así, un año después, se empezó a construir el Teatro Cervantes en el mismo emplazamiento que tuvo el anterior. En un informe de fecha 23 de marzo de 1870, el arquitecto Gerónimo Cuervo, daba cuenta al Ayuntamiento de haber empezado a demoler el antiguo teatro que se encontraba en ruinas.

Las obras de construcción duraron ocho meses; y así, el 17 de diciembre de 1870 fue inaugurado el Teatro Cervantes.