Nació «a la vera de la iglesia» de Churriana, un barrio de Málaga, antiguo pueblo, «que era un pañuelo» y jugó en su niñez al tejo y a los chinos: «A lo que se jugaba».

Remedios Salazar es nieta de Juanico el Correo, el hombre en cuya casa se depositaban las cartas y donde los vecinos acudían a recogerlas. Además era hija de Juan el Cosario, el encargado de hacer los mandados a los vecinos, gracias a su camión Ford, y que estuvo preso cinco años tras la Guerra Civil. Su padre tuvo un taxi en Marbella. «Él traía a los estraperlistas de Marbella a Málaga y yo vendía todo lo que me daba mi padre: termos, jabón Lux, rebecas, conjuntos, quinqués...», recuerda.

Con ese dinero ayudaba a Andrés Gómez, su marido, que trabajaba en el cortijo Los Cuartones, en la zona donde hoy se encuentra Ikea, una ayuda muy necesaria porque ganaba 18 pesetas de jornal. Su marido, por cierto, vino desde Córdoba tras la guerra, junto con su padre y sus diez hermanos, para trabajar en este cortijo, propiedad de un primo. «Tardó tres días en llegar en burro de Córdoba a Málaga», cuenta Remedios.

Fue su suegro Toribio quien le animó a dejar la casa en alquiler de Churriana y a hacerse una casa en un terreno que él mismo había comprado por 12.000 pesetas, con mucho trabajo, en la Sierra de Churriana. «Nos hicimos una casita, tenía que traer las rocas de por ahí y también la tierra», destaca.

Hoy la Venta La Cordobesa sigue en pie y Remedios vive acompañada por la mayoría de sus hijos, que se han dividido los antiguos terrenos de esta finca trabajada con esfuerzo y entrega.