«Ahora mismo en Málaga no hay nadie que esté en unas condiciones peores que nosotros, vamos a ir ya por el tercer verano, 14 horas diarias con el parque abierto», resume Daniel Pérez, vecino de uno de los bloques que rodean el parque canino de Olletas.

A su lado está Félix Ortega, también vecino, que explica que no necesita «despertador», pues cada día el parque canino abre a las 8 de la mañana y los ladridos de los perros despiertan al vecindario. «De lunes a domingo», precisa.

Cada vecino trata de apañarse como puede para afrontar unas molestias que llegan a su máximo apogeo cada día, «de 8.30 de la tarde a 10 de la noche, e incluso más tarde», pese a que en verano la hora oficial de cierre son las 10 (en horario de invierno, de noviembre a marzo, hasta las 8 de la tarde), cuenta Félix. En su caso destaca que tiene un hijo de 5 años y una hija de 10 y «cuando les toca estudiar por los exámenes, se van a casa de la abuela», lejos del parque canino.

Begoña García, presidenta de un bloque que tiene este espacio para los perros justo enfrente, comenta que su vecina «tiene que dormir a su bebé en la cocina y eso se lo hemos dicho al alcalde». Una situación que los vecinos soportan desde hace justo dos años, cuando el Ayuntamiento decidió abrir en una explanada rodeada de bloques junto al Cementerio de San Miguel el parque canino que está acabando con su su paciencia. «Si es que se escucha todo, pegas una palmada y suena en los bloques de enfrente», destaca Félix Gómez, que no entiende cómo el Consistorio no previó este problema a la hora de elegir el sitio. Además, señala otro problema añadido: como su bloque entra en el camino de muchos dueños al parque, está todo el edificio manchado por los pipís de los perros, pero también cuenta que hay muchos excrementos en los alrededores.

«En una reunión que tuvimos el año pasado, delante de diez personas, la concejala Gemma del Corral (distrito Centro) y Raúl Jiménez (Medio Ambiente) reconocieron su error», subraya Daniel Pérez, que destaca que a pesar de este paso, desde la última reunión con el Ayuntamiento en octubre de 2014, a la que también asistieron varios dueños de perros, no ha vuelto a tener noticias, pese a que no ha dejado de presentar escritos.

Como adelantó La Opinión a comienzos de diciembre del año pasado, el Ayuntamiento había tomado la decisión de trasladar el parque canino a causa de las molestas de los ladridos y barajaba como nuevo emplazamiento el parque de San Miguel o el del Agua, junto a la sede de Emasa. «Que pongan el nuevo parque donde los dueños de los perros quieran siempre que no molesten a nadie», pide Daniel Pérez.

El concejal de Medio Ambiente, Raúl Jiménez, informó ayer de que estas dos alternativas no cumplen con los requisitos. «El parque del Agua tiene un gran desnivel y la única parcela del parque de San Miguel que vimos adecuada tiene viviendas y un colegio cerca y sería trasladar el problema». El concejal señaló que Urbanismo está preparando un plan del entorno por urbanizar del Cementerio de San Miguel que incluye algunas parcelas que podrían ser idóneas. «Presentaremos a los vecinos un borrador para consensuar con ellos y mientras tanto se pueden tomar medidas para el parque canino como estudiar colocar pantallas acústicas», propuso.