Se hallaba situado en un solar de Hoyo de Espartero, esquina a la que luego se llamó calle Torregorda. Construido en 1893 para compañía ecuestre y gimnástica, dirigida por la célebre ecuyère baronesa Rahden, cuyo nombre tomó en principio este teatro-circo. Poco después se habilitó para teatro de verano, cambiándose el nombre por el de Teatro Lara. Su propietario era el hacendado conde de Albercón, que se convirtió en empresario pasada la primera etapa. El 1 de octubre de 1899 vendió por 5.000 ptas. el teatro a Antonio Pérez, contratista de las sillas de los paseos públicos. Por los años veinte, su dueño era Luis Pérez Arocena, empresario del cine Alkázar, que lo utilizaba para proyecciones cinematográficas además de otros.

Era circular y tenía un patio de butacas que con frecuencia se convertía en pista de circo con una rampa que conducía al escenario. En su primer piso, también con una barandilla circular, se alzaba una escalera que daba acceso a la localidad general. En los laterales del patio de butacas había dos grandes palcos para miembros de la empresa, para los invitados y para la prensa, aunque bastante incómodos y de muy mala visión.

Exteriormente el edificio era de construcción de obra, pero su interior estaba constituido por estructura de madera, con gradas y escenario.El aforo del teatro era el siguiente: 398 butacas de rejillas, 22 palcos, dos gradas y amplio anfiteatro.

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Por él desfilaron muy variados espectáculos: circo, teatro, variedades, actuaciones personales, zarzuela, flamenco y cine. Este teatro tuvo varios empresarios: Enrique del Pino contrató compañías de todos los géneros. Le siguió Enrique Ferrer; más tarde Indalecio Ferrer trajo compañías de zarzuelas; Francisco Aguado estableció la novedad de separar el público femenino del masculino en la entrada de general: las señoras a la derecha y los hombres a la izquierda. En esos años el precio de las entradas era: butacas, 0,40 ptas. y asiento de gradas, 0,15.

El edificio nunca tuvo una seguridad total, sobre todo en lo relativo a la higiene, según demuestran diversos documentos. Así, en 1897 se le instó a poner los retretes necesarios al haberse suprimido el urinario público existente detrás del teatro, en la calle Josefa Ugarte Barrientos (hoy Panaderos).

Tenemos constancia que, por primera vez, el 14 de junio de 1899, presentó exhibiciones cinematográficas con un aparato Wargraph. Más tarde, el 16 de julio volvió a exhibir sesiones cinematográficas -con un aparato similar al Lumière, que también iba recorriendo los barrios de la ciudad en aquel año-, por una propaganda que decía: «Cinematógrafo Wargraph cada media hora, empezando a las 8.30. Cada sesión constará de diez cuadros. A las nueve y media el filme: La gran corrida de toros. precio por sesión: entradas de patio, 25 cts; entrada general, 10 cts».

Pero fue ya en mayo de 1911, cuando de una forma continuada, su propietario solicitaba autorización para «convertir dicho teatro en salón de espectáculos» (cinematográficos, se extiende, aunque sabemos que siguió alternando todo tipo de espectáculos).

Meses después fue denunciado por la oficina de Arbitrios Municipales por ejecutar obras en el tejado y recogimiento de dicha finca sin la debida licencia. En enero pidió autorización para realizar dichas reparaciones en el Teatro Lara. Más tarde, en 1903, el arquitecto municipal inspeccionó el teatro emitiendo un informe desfavorable en cuanto al estado de sus vigas y armazón como peligroso para los aparatos y trapecios de las compañías circenses.

«Parchear la fachada»

El 16 de febrero de 1907, Antonio Pérez García solicitaba permiso para «parchear la fachada». El arquitecto municipal, Fernando Guerrero Strachan, dio su aprobación siempre que fuese «bajo dirección facultativa y estableciendo antepechos en los andamios y vallas en la vía pública durante los trabajos». En julio de 1918 le fue interrumpido el paso del agua a los servicios, por estar su propietario en deuda con el Ayuntamiento. En 1920 se volvió a arreglar la fachada, y en 1923 hubo una inspección para comprobar el estado de la instalación eléctrica.

En la sesión de cabildo del 14 de noviembre de 1922, «el señor Avivar dijo: que el Teatro Lara, que como saben los señores concejales, no reúne condiciones de ninguna clase, se vienen ejecutando obras que considera ilegales y pidió que esto se ponga en conocimiento de la Junta de Espectáculos que es la que tiene competencia para tratar de este asunto. El Ayuntamiento acordó de conformidad con lo pretendido por el señor Avivar». Años después, en la sesión de 8 de agosto de 1931, el Teatro Lara volvió a ser tema de debate por la Corporación, decidiendo «trasladar a la Comisión de Espectáculos el informe emitido por el arquitecto municipal sobre las condiciones de ornato, como corresponde al lugar que está enclavado».

Gran aceptación popular

Como hemos ido comprobando, el edificio no tuvo nunca la seguridad ni higiene que requería un teatro de su categoría y emplazamiento. Sin embargo, sí tuvo una gran aceptación popular, y contó con infinidad de espectáculos: circos, teatros, variedades, actuaciones personales, zarzuelas, flamenco y cine. Incluso cuando se trataba de teatro o flamenco, en el entreacto se proyectaban filmes cortos en la época del cine mudo. Al principio alternaban todos estos espectáculos, aunque desde 1937 hasta su desaparición ya no proyectaron películas.

El 26 de febrero de 1931 tuvo lugar la inauguración del sonoro, anunciándolo así la prensa local: «Teatro Lara. Acontecimiento cinematográfico. Inauguración del cine sonoro. Sesión continua de 5 a 12. Colosal programa super-joya americana en II partes, editada por Warner Bross, El loco cantor, interpretada por el original artista americano Al Jolson y Josephine Dunne; y la bonita película de dibujos sonoros Flip campeón de boxeo. Butaca, 0,60; anfiteatro, 0,40; general, 0,25, y media, 0,15. Nota: El lunes Las luces de Broadway».

Como el propietario del teatro era además empresario del cine Alkázar, los estrenos de éste pasaban como reestreno al Teatro Lara aunque independientemente también efectuase estrenos. Fue cerrado a finales de febrero de 1942 y demolido en marzo de 1945, haciéndose eco la prensa de la época de dicho acontecimiento con fotos y reseñas.