­Tras ocho años como vicepresidente de Cruz Roja sucede a Antonio Morales para dirigir una institución que no para de redoblar esfuerzos para atender a familias y colectivos en riesgo de exclusión social. Sólo en 2014 atendió a más de 30.200 personas a las que hubo que cubrir sus necesidades básicas. La actividad de esta ONG se ha incrementado desde el inicio de la crisis con tasas interanuales que superan el 60%.

Ha sido vicepresidente de la institución desde 2007, la mano derecha de Antonio Morales. ¿Cómo asume el cambio?

Más que un cambio esto es una continuación. Cruz Roja es una organización con 150 años de vida y los que formamos parte de la comisión directiva somos sólo la cadena de transmisión de una organización dedicada atender a los demás. Se trata de continuar los principios que movieron a la humanidad, ayudar a los más necesitados con la idea o novedad de adecuar la necesidad de la organización a las necesidades sociales.

¿Cómo comenzó su vinculación a esta ONG? Trabaja en el aeropuerto, no se dedica a ninguna rama de los servicios sociales.

Llevo alrededor de diez años. No hay ninguna relación más que la personal, esto de pertenecer a una organización humanitaria es una actitud personal. Mi acercamiento a Cruz Roja es como el de otra persona a otra ONG. Aquí tenemos más de 5.000 voluntarios que son realmente el alma mater que lo mueve todo y los hay de todas las condiciones, profesiones... Todos tienen el compromiso de ayudar. Empecé ayudando y colaborando en cositas pequeñas, participando en el comité provincial en aquellas cosas que se me han acercado.

Ha sido directivo en los peores años de crisis en las que el Tercer Sector ha sido pieza fundamental. ¿Cómo lo han afrontado?

Creo que las cifras son elocuentes. Los últimos cinco años han sido muy duros para la sociedad, en los que Cruz Roja quería estar cerca de la gente que lo necesitaba, paliar su situación, poner un granito de arena para evitar sufrimiento como otras organizaciones. Los números dicen que antes de que empezara la crisis en 2008 atendíamos a 1.500 familias y este año pasado ayudamos a 43.000. Eso pone de manifiesto dónde ha habido que hacer el esfuerzo, Cruz Roja ha tenido que reconducir su tarea, que estaba enfocada a tareas menos exigentes y en los últimos años volcarse en la crisis y en sus efectos. Hemos puesto especial énfasis en los últimos años en atender necesidades básicas como alimentación, luz, agua y ayuda a la infancia. Siempre intentando que se vean lo menos afectados posible por la situación social.

En 2014 atendieron a más de 30.000 personas. De su trabajo y de la labor de sus voluntarios depende la vida de miles de personas.

Vivimos en una sociedad en la que se da por hecho que el acceso a ciertos bienes está al alcance de todos y la realidad demuestra que no. Cruz Roja intenta que estas personas lleguen, somos conscientes de que es un grano en un montón de arena, pero creo que la sociedad sabe que si no existieran organizaciones como la nuestra, habría que crearlas. Somos la cadena de trasmisión de ayudar, detrás de nosotros hay 5.000 voluntarios y 20.000 personas que aportan sus donativos. Y muchos ciudadanos ponen la cruz en la declaración de la renta y gracias a ellos se pueden hacer actuaciones, sólo somos un reflejo de la sociedad, que se ha volcado en la ayuda a los más necesitados. Todos somos conscientes de que sólo llegamos a un nivel, que cuando llaman a nuestra puerta es de las últimas que les queda por llamar porque ya han pasado antes por instituciones oficiales.

Nos hallamos ante una era de cambios en las instituciones. ¿Qué le pediría a los nuevos dirigentes?

No pedimos nada a las instituciones, preferimos pedírselo a la sociedad. Le pedimos que se comprometa con los más necesitados, le pedimos a la sociedad que se comprometa con un mundo que no es tan visible como debiera. Esto es como la cara oculta de la luna, aunque sabemos que existe no la vemos. Las necesidades sociales son la cara oculta de la luna, de la calle Larios, de la Alameda, de los grandes eventos... Porque aunque no la veamos, existe. Si la sociedad se compromete, entonces las instituciones lo harán en su nombre.

Siempre se han preocupado por el colectivo inmigrante. ¿Se han extendido sus dificultades a más colectivos?

Por desgracia, la crisis ha hecho más extensa e intensa la situación de vulnerabilidad coyuntural. Hoy día esa situación se ha extendido a las clases más humildes, a familias que antes llevaban una vida digna y que ahora necesitan nuestra ayuda en cosas tan elementales como alimentación. Ahora mismo no hay un colectivo especialmente significativo, la crisis por desgracia ha homogeneizado a varios colectivos sociales.

Los niños y los mayores son las primeras víctimas de la crisis. ¿Por dónde cree que habría que empezar?

Es una pregunta difícil. Creo que hay que empezar por los que tenemos más cerca, por nuestros vecinos, sean mayores o niños, muchas veces ponemos el foco en las desgracias que sacuden el mundo y nos olvidamos del vecino del piso de al lado, que quizás está mal y no puede pagar la luz o la calefacción. Si empezamos por lo cercano podremos llegar a lo lejano.

¿Cuáles van a ser las líneas más inmediatas de la nueva era que inicia?

Vamos a intentar que la ayuda que estamos prestando sea lo más eficaz posible. Nuestro reto es optimizar los recursos, que han crecido pero no al ritmo de la demanda, hay que optimizar los recursos. Y además de esto, trasladar los principios y valores de Cruz Roja, que la gente sepa cuáles son los principios de esta organización.