­Con el verano gobernando el timón, el Mediterráneo vuelve a convertirse en el centro del planeta Costa del Sol. No ya en los 180 kilómetros de su acogedora orilla durante casi todo el año, sino más allá del rompeolas, la frontera entre dos elementos que para tantos supone una tentación irrefrenable cruzar. El amor por el mar, el buen tiempo y las vacaciones forman uno de los cócteles más atractivos que ofrece Málaga de primavera a otoño. También uno de los más peligrosos. Un zarpazo marino, muchas veces empujados por la imprudencia, es más que suficiente para poner punto y final a una excursión en un medio que por naturaleza es hostil con el hombre.

Para respetar al mar hay que estar vivo. Además de los supervivientes, lo saben muy bien los marineros de las grandes lanchas rojas, quienes lejos de disfrutar de vacaciones se enfrentan a una de las temporadas que más trabajo les ofrece a las Salvamar Alnitak, Vega y El Puntal, localizadas en la capital, Estepona y Caleta de Vélez, respectivamente, medios apoyados por un remolcador y la Guardamar Polimnia (Málaga-Almería) y el helicóptero Helimer 209 con base en Jerez de la Frontera. Según los datos aportados por la entidad dependiente del Ministerio de Fomento, las embarcaciones de Salvamento Marítimo atendieron durante el año pasado un total de 117 actuaciones en aguas de Málaga, de las que 109 fueron rescates, 4 tuvieron que ver con el medio ambiente y otras 4 con la seguridad marítima y servicios complementarios. Las estadísticas se humanizan cuando apuntan que en las 87 embarcaciones asistidas en todas esas intervenciones estuvieron involucradas 324 personas . Una vez más, las de recreo, las que más salpican las costas a razón de doce puertos deportivos con más de 4.000 amarres, son las que más veces provocaron que las salvamar soltaran amarras el pasado ejercicio para ayudar a marineros en apuros. Hasta 70 veces tuvieron que hacerlo frente a 5 asistencias a mercantes, 2 a pesqueros y 10 a otro tipo de embarcaciones.

El jefe del Centro Zonal de Coordinación de Tarifa, Adolfo Serrano, respalda que el ocio es el que más incidencias provoca, «normalmente embarcaciones de recreo que se quedan sin máquina por avería, a la deriva, y a las que hay que remolcar a puerto». Un buen mantenimiento del motor siempre ayudará, aunque la falta de combustible y los enganches de la hélice con objetos flotantes también son motivos que llevan al sobresalto. Ante todo, Serrano ruega altas dosis de prudencia, sentido común y cumplir las tres reglas sagradas de cualquier navegante: «Consultar la previsión meteorológica, llevar el equipo de seguridad y contar con comunicación VHF», el sistema de comunicación por radio habitual en la flota de recreo. En el primer punto, la evidencia se queda sola hablando cuando repite que conocer la previsión del tiempo es la única manera de no verse sorprendido por la inexperiencia y unas condiciones desfavorables.

En materia de seguridad, Salvamento Marítimo recuerda que, dependiendo de las zonas de navegación para las que está autorizada la embarcación (oceánica, alta mar, aguas costeras o protegidas), la normativa obliga a llevar determinados equipos que se dividen en cinco categorías: salvamento, navegación, achique y contra incendios, armamento diverso y prevención de vertidos de aguas sucias. «No son un trámite administrativo. Están a bordo para ofrecer las mayores oportunidades de salvar la vida de los tripulantes en caso de emergencia», aseguran en la web de la institución. Todo el este material tiene que estar en buen estado, localizado, señalizado y en lugar accesible para cualquier tripulante. Cómo no, los salvavidas, uno por barba adaptado a su talla, peso y edad. No menos importantes son los extintores portátiles que todos los marineros deberán saber usar. Igual que las balsas salvavidas, que tendrán que estar bien situadas en cubierta ante un posible abandono del la embarcación. En todo caso, el pánico es el peor de los enemigos, por lo que una de las reglas del mar es evaluar el alcance de cada problema, comprobar si hay otras embarcaciones en las proximidades y valorar rápidamente si puede solucionar la situación por sus propios medios.

Insustituible

De no ser así, la radio VHF -el canal 16 está reservado exclusivamente para seguridad y llamadas de socorro- es una herramienta fundamental para cualquier embarcación de recreo que el móvil convencional no sustituye. «El teléfono no garantiza que haya cobertura, la batería es limitada y en caso de emergencia sólo te oye un interlocutor», explica Serrano. El jefe de Coordinación de Tarifa se refiere a que el VHF permite que el SOS llegue a todas las radios a su alcance, ya sean en embarcaciones o en tierra, lo que le hace mucho más eficaz a la hora de solicitar ayuda y recibirla con mayor rapidez. No menos útiles son las radiobalizas, que se pueden activar de forma manual o automáticamente al sumergirse en el agua. En todo caso, aviso a navegantes. «Una embarcación medio hundida es mejor lugar para esperar ayuda que una balsa, se debe pasar a ésta, cuando el hundimiento es inminente», advierte Salvamento Marítimo en su web, donde también subrayan que el abandono del buque es la última opción previa al hundimiento total.

La caída accidental al agua de un tripulante durante la navegación es otra de las peores emergencias a las que se puede enfrentar el grupo y los posteriores trabajos de rescate. Tanto es así, que los expertos estiman que en el 50% de los casos tienen trágicas consecuencias que hay que evitar con, una vez más, altas dosis de prevención. Aquí, trabajar en equipo es fundamental. Tras avisar a toda la tripulación del incidente, hay que arrojar al agua todos los objetos flotantes a mano, además de parar máquinas para no causar daños con la hélice o evitar que el náufrago se ahogue arrastrado si lleva arnés. Entre los grandes enemigos destacarán la visión del náufrago (sobre todo de noche), el desplazamiento de la embarcación y el tiempo, ya que si el agua tiene una temperatura muy baja la hipotermia puede ser fatal. La distancia entre los dos puntos puede alcanzar hasta los 200 metros por minuto, por lo que habrá que intentar que uno de los tripulantes intente no perder de vista al accidentado bajo ningún concepto. Ante posibles complicaciones, es muy importante anotar cuanto antes las coordenadas, hora y minuto, rumbo y velocidad en el momento de la caída y, si se pierde de vista al náufrago, habrá que perder ayuda externa a través de la radio.

Un incendio a bordo es otra de las emergencias que puede acabar con el abandono de la embarcación a corto plazo. Los materiales plásticos con los que se construyen y los gases tóxicos que generan al arder.

Como las embarcaciones modernas se fabrican con abundantes plásticos, al arder generan humos tóxicos. Según Salvamento Marítimo, detrás del fuego en el mar suele haber un mantenimiento defectuoso o un error humano. Parar el motor o arriar las velas serán los primeros pasos para empezar a luchar contra un fuego del que habrá que alejar los contenidos inflamables, la balsa salvavidas y la radiobaliza. Si el fuego se hace incontrolable, habrá que hacer la correspondiente llamada de socorro antes de abandonar el buque.