El sistema financiero continúa cerrando oficinas en Málaga dentro un continuo proceso de reducción de costes y ajuste de estructuras que se inició con el estallido de la burbuja inmobiliaria y se aceleró con las múltiples fusiones de entidades del sector. Los bancos han clausurado más de 460 sucursales en la provincia desde los máximos alcanzados a mitad de 2008, lo que supone un tercio de las más de 1.400 que llegó a haber abiertas. Y aunque hace un año ya habían finiquitado el equivalente a todo lo abierto durante la escalada de aperturas motivada por el boom del ladrillo, la tendencia ha continuado con otros 30 cierres. Según los últimos datos del Banco de España, correspondientes al primer trimestre de 2015, quedan ahora 941 sucursales, con lo que Málaga ha vuelto a un parque similar al que tenía en 2001.

Expertos como el vicedecano del Colegio de Economistas de Málaga y presidente de la escuela de negocios Esesa, Antonio Pedraza, afirman que éste es un proceso «imparable» al que todavía le queda recorrido, dado que las fusiones han dejado todavía muchas oficinas solapadas -próximas por zonas- que en un futuro, y según ciertos criterios de rentabilidad, también podrían correr la misma suerte. «El número seguirá bajando de forma inexorable. La tendencia de reconversión continuará, y más si como se dice hay un nuevo proceso de fusiones bancarias en España, en las que podrían entrar aquellos entidades de mediano tamaño y que necesitan ganar músculo para poder competir de forma más solvente en el extranjero», comenta.

Pedraza, que cuenta con una amplia trayectoria en el sector de la banca, reconoce que este proceso tiene como consecuencia negativa un «deterioro» del servicio a los clientes, sobre todo en las zonas de interior. De hecho, hay pequeños municipios de la zona de la Axarquía o la Serranía de Ronda que no tienen ya ninguna sucursal, lo que obliga a los vecinos a desplazarse a otros pueblos para realizar alguna gestión personal.

El vicepresidente del Colegio de Economistas afirma además que las entidades financieras están fomentando un modelo de negocio en el que, en determinadas zonas rurales, el servicio que daban las sucursales está siendo traspasado a agentes financieros externos, que funcionan con carteras de clientes.

«Son una red de personas de confianza de las entidades, que realizan asesoramiento en temas como la gestión de capitales. En este sentido, la política de los bancos va a ser la de ir vaciando de contenido las oficinas. Los clientes harán cada vez más gestiones de forma telemática. El modo de relaciones en la banca está cambiando», apunta.

También menos empleo

El proceso de reducción del parque de oficinas de estos últimos años ha venido acompañado, en paralelo, de una rebaja de plantilla. El responsable del sector financiero de CCOO en Málaga, Rafael Manjón, recuerda que la banca ha reducido el número de trabajadores entre un 15% y un 20% desde que comenzó la crisis, lo que ha dejado la cifra actual en unas 6.000 personas. Manjón asegura que esta pérdida se ha traducido en un mayor tiempo de espera para el cliente en las oficinas y, a nivel interno, en la obligación para los trabajadores de «alargar la jornada sin cobrar en ningún caso las horas extra».

En relación a la clausura de sucursales, Manjón afirma que es un proceso generalizado tanto en la capital como en el resto de las provincias, aunque reconoce que los clientes más afectados son los de las zonas rurales, especialmente el perfil de personas mayores, que suelen ser los que más acuden a las oficinas de banca.

«Hay gente que para cobrar su pensión o realizar cualquier gestión financiera tiene que ir a otros municipios. Los cierres han sido continuos y nos tememos que continuarán en el futuro, cuando se produzca una nueva oleada de fusiones», detalla el responsable de CCOO.