Si una vida pudiera resumirse en cifras, Manuel Pineda, párroco durante 25 años de la Iglesia de Santiago, en Málaga capital, posiblemente pudiera concluir que la suya, a la vista de esos números, ha merecido la pena: no sólo estuvo 25 años en esa parroquia malagueña, sino que dedicó 64 años de una vida que se agotó a finales de la pasada semana a proclamar el Evangelio y lo hizo siempre con una entrega y dedicación dignas de admiración y, sobre todo, con alegría, sonriendo, tal vez la más importante de las cualidades que deban adornar a un pastor.

Pero una vida como la suya no sólo puede explicarse con una mera enumeración de puestos y cometidos dentro de la iglesia que tanto contribuyó a extender y sostener, sino que la mejor conclusión, el corolario perfecto a la existencia de una persona tan extraordinaria, tal vez se encuentre en el recuerdo cercano de quienes le conocieron y lo definen como un luchador incansable. Él mismo, en una entrevista a la periodista Ana María Medina para la revista DiócesisMálaga, proclamaba con orgullo qué ideas esenciales presidieron su ministerio pastoral: «Estoy contento de haber podido ofrecer este poquito y de haberlo ofrecido con cariño, con entrega, con un convencimiento enorme, sabiendo que sólo con el Señor podemos hacer fructificar esta semilla que nos ha dejado en las manos. ´Salió el sembrador a sembrar´. Yo he salido a sembrar. ¿Podría haber dado más? Pues sí, sin embargo, creo que he intentado dar con alegría y, como yo suelo decir, ´siempre luz larga de coche, siempre la verdad como fondo y siempre Dios´. Es lo que me ha animado a caminar siempre en la verdad».

La alegría, la sonrisa, la entrega, la insatisfacción permanente que azota a todas las almas nobles, las ganas de seguir empujando, de sembrar y de recoger. Pineda, que ha fallecido a los 86 años, fue velado durante todo el sábado y el domingo en la parroquia de Santiago. El funeral se celebró en la tarde de ayer en esa misma parroquia con la presencia de numerosas personas, entre ellas el obispo de Málaga, Jesús Catalá.

Pineda nació el 6 de marzo de 1929 y recibió la ordenación el 21 de octubre del 51. Entre 1952 y 1953 fue vicario parroquial en San Juan y Santa María de Antequera, y encargado de Arenas. En ese último año también le encargaron la parroquia de San Miguel de Antequera. Comenzó su labor como director espiritual del Seminario Menor y profesor del mismo en septiembre del 53. En 1955 fue nombrado prefecto de estudios del Seminario Diocesano y comenzó estudios en la Universidad de Comillas.

Desde 1959 a 1966 fue formador y profesor de Teología en el Seminario Diocesano y desde el 62 al 66, vicerrector del Seminario Diocesano. Y en 1967 fue nombrado rector, hasta 1979.

Ocupó la secretaría de la Comisión Diocesana de Enseñanza Primaria, desde 1966 y 1967; y fue vicario episcopal territorial de la Costa Oriental y Occidental entre 1970 y 1980; canónigo de la Catedral de Málaga desde el 80; director y profesor del Centro Diocesano de Teología desde 1981 a 1992 y miembro del Colegio de Consultores desde 1985, entre otros muchos servicios.

La parroquia de Santiago lo tuvo como párroco desde el 12 de septiembre de 1987 hasta el 7 de diciembre de 2012. También ha sido director espiritual de varias hermandades (El Rico, Sentencia y Santa María de la Sierra, de Antequera), delegado interdiocesano del Clero andaluz, juez diocesano, vicepresidente del Cabildo Catedral, delegado diocesano del Clero, censor eclesiástico, miembro del Consejo de Consultores y del Consejo Pastoral diocesano, director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Pablo (97-2009) y profesor del Seminario Mayor. Descanse en paz.