­En política tres meses son una eternidad. Que se lo pregunten a Susana Díaz, mientras contemplaba las arenas del tiempo con impaciencia hasta llegar, finalmente, a un acuerdo de investidura con Ciudadanos. Ahora es la formación naranja, la misma que posibilitó que arrancara la presente legislatura en el Parlamento andaluz, la que ve como, tan solo dos semanas después de que se celebrara el primer pleno en la sede regional, una de sus diputadas electas, Irene Rivera, ya está haciendo las maletas para salir volando. En este caso, con el autopiloto puesto dirección a Madrid.

La cúpula de su partido, envuelta en la conquista nacional así se lo habría pedido, según confesó ayer, cuando formalizó de manera oficial en el Ateneo su candidatura a las primarias por Málaga para llevar los intereses de la provincia al Congreso de los Diputados. Una vez pasado el rubicón que supone dejar atrás un cargo por el que fue elegida por la militancia y los votantes malagueños hace unos meses, Rivera trató de explicar de la mejor manera posible un movimiento que ha generado no poca controversia entre el seno de la militancia. «No somos un partido ambicioso por los cargos, sino por cambiar a España», dijo para desquitarse de los dedos que la señalen por utilizar al Parlamento como posible trampolín para misiones de más altura.

Ciudadanos apenas supera el millar de afiliados en la provincia pero ya da muestras de ofrecer más trincheras que una guerra civil. De hecho, no hubo ayer ninguno de los concejales electos al Ayuntamiento de Málaga entre los asistentes en el Ateneo. Este inminente proceso de primarias ha desnudado a la formación naranja en Málaga antes, incluso, de que se llegue a la fecha límite para la presentación de avales, que está fijada para el 12 de julio, para poner de relieve que hay dos bandos: capital y provincia. Por ello Rivera estuvo flanqueada por el alcalde de Mijas, Juan Carlos Maldonado, y el concejal electo al Ayuntamiento de Fuengirola, Javier Toro, en un divorcio que ya ni se disimula.

La presentación de Rivera corrió a cargo del economista Antonio Morales Siles, que hizo un repaso de la amplia plana de méritos que atesora Rivera y que le han servido para obtener el aval de Barcelona. Ciudadanos quiere aterrizar con solvencia en el Congreso de los Diputados y Rivera, con cuatro idiomas, responsabilidades de Estado, y una formación como piloto a sus espaldas, da el perfil con el que se busca presentar Ciudadanos como pocos.

Rivera, visiblemente emocionada por momentos, dio unas pinceladas de lo que se supone va a ser el programa económico que quiere ayudar a impulsar desde el Congreso: contrato único, cuota fija de 50 años para autónomos durante el primer año, regeneración política en las instituciones y la lucha contra la exclusión social son algunos de los puntos en los que se quiere volcar Ciudadanos.

«En el Congreso es donde podemos poner en práctica nuestro programa económico», se justificó Rivera. Sin miedo a los «retos complicados», a Rivera le queda ahora el más difícil todavía: convencer a una militancia, a todas luces, dividida ya en dos bandos.