A finales de enero de 2010, las obras del metro de Málaga obligaron a cortar la calle Callejones del Perchel. Las previsiones apuntaban a que la duración de la obra no se extendería más de 13 meses. Sin embargo, la realidad estuvo marcada por cuarenta meses de parón.

A medida de que las tareas de construcción del túnel del suburbano seguían cortando el paso, la calle iba quedando desangelada, sin coches, sin transeúntes, sin vida. De ahí que ahora, durante un paseo normal a lo largo de la calle, sea complicado encontrar variedad de establecimientos en los que pueda hacer vida, quedan muy pocos bares, menos tiendas. Tras varios meses consecutivos de pérdidas, negocios de hasta treinta años de antigüedad y tiendas de marcas de renombre se vieron obligadas a echar el cierre definitivo.

Las voces de los afectados

Uno de los pocos bares que se mantienen abiertos es el Mesón Aguilar. Durante las obras, la fachada estaba presidida por una valla que atravesaba la calle. «No podíamos sacar las mesas fuera y por la noche daba susto estar aquí, salían ratas e incluso serpientes de las obras», cuenta Juan Manuel Aguilar, camarero del establecimiento. Sus ventas llegaron a bajar un 80%, «había días que desde las 16.30 a las 22 horas se hacía una caja de diez euros. Y el invierno fue horrible, por esta zona no pasaba nadie».

Noelia Gutiérrez no ha sufrido la peor época de la vía, ya que inauguró su peluquería cuando la calle ya había abierto. Lo que sí sufre es lo vacía que está Callejones del Perchel, «pero poco a poco se ve gente pasar». Montó ahí su negocio porque piensa que, en general, es buena zona de tránsito y su clientela se compone de gente que está de paso.

La tienda de ropa de Joanna estaba antes en los centros comerciales de Vialia y Larios. Aunque el nuevo local de Callejones del Perchel lo abrieron en diciembre de 2014, los dueños tienen una amplia visión de cómo afectaron las obras. Las tareas de construcción dificultaban el acceso del centro comercial Larios y la gente no sabía cómo entrar. «Esto hizo que la gente se fuese a otros centros comerciales con más facilidades para aparcar», señala Joanna. Aun así, en esta tienda creen que la previsión de futuro es positiva por la apertura de bancos y oficinas en la zona.

A los comerciantes percheleros les afectan las obras del metro y también las del cercanías en calle Cuarteles. Sólo vecinos y trabajadores de la zona van por estas calles. «Somos gente de costumbres, si una calle se cierra varios años se cambia la ruta y no se pasa por ese sitio», sentencia Carmen García, de la Administración de Loterías de la calle Jovellanos.

Y así con la mayoría de negocios de la calle. Luis, de Atenea Peluqueras, tuvo que despedir a parte de sus empleados y ha visto cómo sus clientes se han reducido un 60%.

Tras tantas molestias, los comerciantes reclaman a las autoridades ayudas para pagar los impuestos, ya que sus beneficios se han reducido por las obras.