La Costa del Sol multiplica su población durante las vacaciones de verano. Algunos municipios hasta llegan a triplicarla con turistas que disfrutan de las playas, que comen en los restaurantes, pasean por las calles, visitan los monumentos y que también van a la iglesia. Y que necesitan atención religiosa en estos días, porque su fe no descansa. Ni la obligación de asistir a misa dominical o recibir el sacramento de la confesión.

La masiva presencia de feligreses estacionales durante los meses de julio y agosto hace que muchos párrocos no den abasto. Por este motivo, necesitan curas de refuerzo. Da igual que la mayoría de los turistas que visitan la Costa del Sol procedan de Alemania o Gran Bretaña, países donde se práctica mayoritatiamente la religión luterana y anglicana, respectivamente. También los hay católicos. Muchos. Por eso hacen falta clárigos.

Pero la diócesis de Málaga no está para demasiadas florituras. «La escasez de sacerdotes es tremenda y sabemos que la edad del clero en Málaga, la edad media, está ya por los 67 años», reconocía Antonio Collado, vicario para el Clero del Obispado malagueño, en una reciente entrevista publicada en www.diocesismalaga.es. Así que es necesario que estos sacerdotes venga de fuera. En algunos casos, de localidades que, al contrario que en los pueblos costeros, en verano se quedan vacíos. Y de otras provincias. Incluso del extranjero, fundamentalmente de latinoamérica.

Titular provisional

O por ejemplo de Segovia. Estos días está encargado de la parroquia Santa María Estrella de los Mares, de Guadalmar, monseñor Ángel Rubio, obispo emérito de esta diócesis castellano leonesa. Como si fuera el párroco, en ausencia del titular Juan Antonio Paredes, que está pasando unos días de vacaciones y de retiros espirituales. «Pensaba que podía ayudar en una diócesis necesitada de sacerdotes como Málaga y es una forma también de poder pasar unas vacaciones en un sitio tan veraniego», explica Rubio, extremeño de nacimiento, como Paredes. «Somos condiscípulos, empezamos a estudiar desde el primer año juntos, somos casi paisanos», señala.

Asegura que se ha encontrado una parroquia «muy viva» que se lo ha puesto fácil. «Los feligreses lo tienen todo muy bien organizado y distribuido», destaca. ¿Cuál es su función durante estos días? Fundamentalmente celebrar misa. También llevar la comunión a los enfermos, atender a personas con dificultades sociales y económicas a través de la Cáritas parroquial, confesar a los fieles...

Las diferencias que encuentra entre esta parroquia situada casi a orillas del mediterráneo con las de su diócesis de referencia son notabilísimas. Este sacerdote resalta el compromiso, la vida activa de los feligreses de Guadalmar, «que han visto construir su parroquia y eso genera un gran sentido de pertenencia». Sin embargo, «en Segovia hay 338 parroquias y algunas muy pequeñas de 10 o 15 habitantes, pero los templos son antiguos y monumentales. Las circunstancias que rodean a Segovia no son las mismas que en Málaga. Allí estos templos los mantienen familias que viven en la capital y que pasan los fines de semana en el pueblo, y acuden allí a misa», señala monseñor Rubio, que en unos días regresará a su tierra.

Suena el teléfono de Agustín Carrasco, el cura del Arroyo de la Miel. «Estoy viendo la exposición de las Edades del Hombre», indica. Ha podido ir a Ávila unos días de vacaciones gracias a la colaboración del padre Emerson Cárdenas, un sacerdote mexicano que es la segunda vez que acude en auxilio de esta parroquia benalmadense con más de 30.000 habitantes. «En verano hay que sumar a los turistas. El movimiento de fieles es constante», asegura Carrasco, que destaca el trabajo de Cárdenas. «Es muy simpático, alegre y dispuesto a todo y con su forma de ser se gana a los fieles».

En efecto, los feligreses de esta parroquia ya conocen a este clérigo mexicano porque ya estuvo el pasado verano durante diez días y en la pasada Pascua de Resurrección. «Es muy bueno que el párroco titular pueda tomarse unos días de descanso después de un duro año de trabajo», destaca el sacerdote mexicano, que desde hace unos días se hace cargo de este templo.

«Estudio en Roma. Hace dos años estudié Ciencias Sociales en la Universidad Gregoriana. Cada año para el verano acostumbro a ayudar en lo que se pueda, en parroquias de España o de Italia, sobre todo de España, por la facilidad de hablar el mismo idioma», explica Emerson Cárdenas.

«Es una experiencia diferente para nosotros. De alguna manera, la gente vive muy diferente en los pueblos latinoamericanos. De cualquier manera me llama la atención cómo a pesar de que dicen que la fe está en crisis, hay mucha gente que aún se acerca a la iglesia, busca la Palabra de Dios y los sacramentos y quiere enriquecerse. Esto me ayuda a mi también a crecer en la fe», sostiene.

No sabría distinguir del todo quién es feligrés habitual o quién es turista temporal. Da igual. La iglesia está llena. Hasta la puerta. Y muchos extranjeros han establecido su residencia en la Costa del Sol.

Tres veces en Nerja

El sacerdote guineano Felipe Nsué estará destinado en muy pocos días en la iglesia de El Salvador de Nerja, parroquia que conoce a la perfección puesto que con anterioridad ha realizado sustituciones en dicho templo hasta por dos veces. «Será mi tercera sustitución. Nerja es un lugar que me gusta mucho. La gente es bastante acogedora y se puede hablar con ella perfectamente. Me siento muy bien en esta parte de la Costa del Sol», afirma aún en la distancia.

Durante el resto del año suele desarrollar su labor sacerdotal en Guinea Ecuatorial, su país de origen. A sus 48 años de edad, aún mantienen fresca en la memoria la imagen de su primera estancia en España. «Llegué por Tenerife en el año 1999. Luego terminé de formarme en Filosofía y Letras en Salamanca y desde entonces siempre he estado unido a este país». Tampoco olvida su estancia, ya como párroco, en la provincia de Huesca, así como en tierras salmantinas.

«La oportunidad de acudir por primera vez a Nerja partió de una casualidad. Fue a través de un amigo, que me puso en contacto con la parroquia nerjeña. Para mí fue muy importante, porque por unas semanas me permiten estas estancias en España no perder una de las principales características de la Iglesia, que es universal y que en pocos días uno puede cambiar de continente sin tener que prepararse», explica.

Fuera de esta temporada estival, que pasará en la iglesia de El Salvador, Nsué compagina su ministerio con las clases que imparte en instituciones y parroquias de su país. Como curiosidad, a Felipe le gusta el fútbol y reconoce que posee el mismo apellido, al ser sus ancestros originarios de la misma región, que el jugador profesional Emilio Nsué -una de las estrellas de la selección de Guinea Ecuatorial.