­Algo abrumada por el cargo que asume desde hace escasas 48 horas, Rosa del Mar Rodríguez Vela asume con responsabilidad y ganas la dirección del Instituto Andaluz de la Mujer. Casada y con dos hijas de 10 y 6 años, deja entrever su formación superior como psicóloga y conocedora del colectivo al que ahora defenderá. Gran parte de su carrera profesional ha ido ligada al sector de la formación y el empleo y durante los últimos siete años ha sido técnica del Programa Cualifica de la Junta de Andalucía, dirigido a inserción laboral con las mujeres que han sufrido violencia de género. Fomentar la prevención en las aulas y potenciar una mujer independiente en términos económicos son algunos de los pilares de su proyecto.

Acaba de asumir una institución que representa a un colectivo que no para de llenar informaciones negras, ¿cómo afronta el reto?

Lo afronto con mucha responsabilidad porque es una tarea de mucho calado y peso. También con satisfacción porque es ahondar en algo que a nivel profesional y personal me motiva. Me lo tomo con mucha responsabilidad e ilusión.

Hace una semana murió una mujer en Mollina. Este periódico contó que su hermano denunció en dos ocasiones al agresor -su expareja- pero ella no ratificó las denuncias. Es un patrón muy habitual, ¿es quizá momento para tomar otras medidas de protección?

La violencia de género es un problema que tiene muchas aristas. Se dice «cómo se llega a esa situación» pero es excesivamente complejo y muy difícil dar el paso cuando hay situaciones de dependencia económica o emocional; una sociedad donde el qué dirán sigue ahí y en los núcleos rurales es mucho más difícil porque existe un velo de vergüenza y por todo esto se produce muchas veces esa falta de ratificar las denuncias y tardanza en denunciar. Pero ahí estamos, insistiendo en que se denuncie. Hay recursos y estamos ahí para dar la manos a todas y volver a empezar.

El primer paso es la prevención, la erradicación de la violencia. Hay que incidir en la educación y una sociedad cómplice que tiene que estar alerta y dejar solo al agresor. Muchas veces, cuando la víctima ve un entorno favorable es más fácil dar el paso.

Los datos apuntan a que víctimas y agresores son cada vez más jóvenes e incluso las redes sociales son una nueva herramienta de extorsión, ¿qué está sucediendo?

La prevención es fundamental, cuando llegamos a la adolescencia llevamos una mochila bastante cargada de prejuicios y pautas educativas. A esto se une el tsunami de las nuevas tecnologías, que no son ni buena ni malas, pero depende de su uso, así serán. El móvil se ha convertido en una nueva cárcel porque sabemos que se utiliza como método de control y localización donde se pueden meter programas que devuelven por correo electrónico todo lo que la persona teclea y mira. Hay que implantar programas para las adolescentes pero yo me voy más para atrás y quiero que sea una de las líneas estratégicas a implementar en el IAM: el empoderamiento de las niñas. La coeducación es fundamental y que desde pequeñas sepan gestionar las emociones es importante para que sean niñas fuertes, seguras de sí mismas y con capacidad para decidir. Si conseguimos que sean así van a saber identificar las situaciones de riesgo y una mujer sin miedo, da miedo al maltratador. Esto es fundamental porque si no, seguimos reproduciendo patrones. Además, los adolescentes con una tableta tienen el mundo en sus manos y si nos paramos a pensar en cantantes de éxito como Beyonce, Rihanna o Miley Cyrus; cantan en ropa interior. Éste y otros modelos mandan mensajes a las menores. La gestión de las emociones no es como un ordenador y vaciar esa mochila es más complicado a si nos hacemos fuertes y sin miedo.

¿Se ha reunido con su predecesora, Estefanía Martín Palop?

He mantenido muchas reuniones con ella y me ha transmitido que han continuado en la línea de la coeducación que es la vertiente que quiero seguir. También me explicó lo necesario que es para ir avanzando el contacto con la sociedad y hacerla partícipe. Estamos de acuerdo con que la lucha de la violencia de género no es un problema de mujeres, sino de la sociedad, que está enferma de machismo. Ella empezó una red estratégica de profesionales y ciudadanía y hemos acordado que voy a seguirla pero también me gustaría dar un paso más y tocar el tejido empresarial. Muchas veces la situación se enquista y tardan más en denunciar por la dependencia económica y no tener empleo.

¿Cuáles serán sus primeros pasos a seguir?

Creo que la prevención es a medio y largo plazo la única arma que puede acabar con esta lacra. Hay que avanzar y hacer actividades de empoderamiento en las niñas en conjunto con Educación. Hay que mejorar la atención de las víctimas y estamos valorando incluir formación con padres y madres que nos transmiten que no saben a veces cómo abordar una relación con sus hijas. Quiero que el empleo sea otra de las líneas estratégicas y hacer incidencia.

Han asesinado a 22 mujeres en España en lo que va de año (cinco en Andalucía y tres de ellas en Málaga). ¿Son suficientes los recursos actuales?

Una sola persona es inadmisible. Es un trabajo de mucho calado y hay que poner desde acciones inmediatas hasta el empoderamiento de niñas, donde yo comenzaría en Educación Infantil. El camino a la igualdad es una carrera de fondo y es verdad que cuantos más recursos, mejor. También estamos preocupados porque desde el Gobierno central se recorta muy a menudo en los recursos para las campañas de prevención, se cierran casas de acogida y son de primera necesidad. Debe ser una estrategia integral y transversal con toda la sociedad implicada.

¿Qué papel juega la educación?

Cuantos más agentes especiales estén implicados mejor. Queremos hacer, junto con Educación, diferentes talleres y actividades donde los niños participen de manera activa y se vean protagonistas. Hay que preparar el material y cuanto más lúdico mejor para que mediante el juego se sumerjan en la naturalidad de la igualdad. Queremos reforzar mucho esa pata.