El funicular de Gibralfaro estuvo en los planes municipales e incluso en el programa electoral del PP en el mismo año, 2011. En agosto de entonces el Ayuntamiento presentó a información pública un anteproyecto de funicular con vistas a comenzar los trámites para la contratación de una concesión de proyecto de obra y explotación.

El anteproyecto tenía un coste de ejecución de 14,1 millones de euros, más del doble de la propuesta de Manuel Olmedo Casares, que en 2008 estimaba en 6,2 millones.

La nota municipal que justificaba la presentación pública subrayaba la dificultad de maniobra de los autobuses, que causaban problemas de seguridad vial y lo reducido del aparcamiento en el castillo. Con el funicular se conseguía facilitar el acceso desde el mismo Centro, potenciar el uso y disfrute del parque forestal, disminuir la afección al medio ambiente y aliviar el tráfico y el problema del aparcamiento.

En cuanto a las características técnicas de un transporte a un monumento que cada año es visitado por unas 350.000 personas, proponía un trazado un poco más largo de 600 metros, cabinas con capacidad para 60 personas, un túnel de 4 metros de anchura y un tiempo de viaje de 1 minuto y 40 segundos.

En 2012 el alcalde Francisco de la Torre informó de que no había empresas interesadas en el funicular y anunciaba que dejaba aparcada la propuesta.

Manuel Olmedo Casares está convencido de que el funicular terminará por construirse en Málaga y será un atractivo turístico más con un impacto visual mínimo e incluso nulo si todo el camino es subterráneo.