­Los miles de kilómetros de costa que tiene España no parecen motivo suficiente para que la cultura marinera acabe de sentar cátedra entre la población. Un sector que lleva el sello de lujo y elitismo y que no permite ver más allá que la imagen de personalidades disfrutando de unos días de verano por la Costa Brava.

Solo hay que mirar hacia un lado para ver que España se ha quedado atrás. La industria marítima en Italia se multiplica por seis, en Francia por cinco y en Inglaterra por cuatro, si se toman como base los parámetros nacionales. «El precio de un barco de menos de ocho metros de eslora ronda el valor de un vehículo de gama media. Ya depende de la marca o las prestaciones pero se puede obtener uno a partir de 15.000 euros», explica el secretario general de ANEN, Carlos Sanlorenzo.

El sector ha cambiado en estos años y el comprador compulsivo que se hacía con una embarcación, sin más, se ha erradicado. «El que se compra un barco es porque sabe del mar. Es más fiel a la cultura marítima», matiza Sanlorenzo. Otra de las características que marcan esta nueva etapa es el chárter náutico. Se han matriculado para alquilar cerca de un 50 por ciento más de embarcaciones este año, con respecto a 2007. Un hábito cada vez más extendido en las principales localidades náuticas pero que en Málaga está aún por desarrollar. Se matricularon siete este año frente a las cinco del ejercicio pasado. «El cliente prefiere disfrutar de ello de forma ocasional. Es una tendencia diferente a tener en cuenta en el futuro del sector», resalta.